No se sabe a ciencia cierta, cuando escribo estas líneas, dónde está Gadafi. Una versión sostiene que sigue terne en su palacio destruido, refugiado en uno de sus búnkeres, otra que se esconde en la embajada cómplice de Venezuela, una tercera que podría haberse largado ya a bordo de un avión sudafricano en busca de amparo. En lo que parece haber unanimidad es en que las fuerzas rebeldes, apoyadas por la OTAN de esa manera tan particular, han penetrado ya en el recinto de Trípoli dentro del cual se lucha prácticamente calle por calle. Pero nada se sabe con certeza aunque el desenlace pueda estar a tiro de un telediario. ¿Qué ocurrirá después, es decir, una vez librado el país del estrafalario tirano, cuando se descubra, muy probablemente, que no existen estructuras organizativas capaces de garantizar la continuidad de la vida social? Ése es otro misterio reservado aunque haya foros por ahí en los que se mantiene la idea de que los “aliados” —esos extraños “aliados”, insisto, que están pero no están, preocupados ante todo por no implicarse en otra guerra dentro del ámbito islámico—dispondrían ya de un plan que arreglara la sucesión reservándoles a ellos su tajada. Con Gadafi mismo cualquiera sabe qué determinación habrán de tomar, si es que lo pillan vivo, después de los cargos acumulados contra él durante tantos años y los añadidos ahora durante los meses de la guerra civil, una determinación en cualquier caso delicada porque tampoco es cuestión, y menos coincidiendo con el brete en que se halla Mubarak, de ir ahorcando tiranos por ahí en plan Nürenberg. Eso sí, de quienes nadie parece acordarse es de los miles de víctimas civiles que tantos unos como otros están provocando en un pueblo que poco tiene que decir en ese pleito en medio del estruendo bélico. Los pueblos han de limitarse a soportar las guerras. Ni siquiera es cierto aquello que Sartre decía en “el Diablo y el buen Dios”, lo de que cuando los ricos se hacen la guerra son los pobres quienes mueren”. Lamentablemente es peor si cabe.
A ver si acaba pronto la espera, aunque sólo sea porque no habrá más remedio que enfrentarse a continuación al asesino Al Assad, a ser posible antes de que acabe con su pueblo, o reconocer que la idea del “orden internacional” ése garantizado por los países democráticos no es sino otro mito más que añadir a la saga de nuestras decepciones. Gadafi no va a ser el último sátrapa, por supuesto. Mucha gente se conformaría con que fuera el último rehabilitado tan injustamente por esos mismos países que hoy lo bombardean en el frente con la soga dispuesta en la retaguardia. A uno lo que le gustaría saber es quién sería el guapo capaz de alguacilar al alguacil.
Nuevo texto interesante en lo que va de mañana. Y oportuno porque las cosas en Trípoli van cuesta abajo. Estoy de acuerdo en lo del paripé internacional que habr´ña contrinuido al desenlace pero que no se explica por qué lo ha hecho con tantas prevenciones, provocvando tantas víctimas. Y en lo del alguacil alguacilado, en consecuencia.
Usted no entiende nada sobre que está apsando en Libia y paisos arabes. Infórmese antes de escribir para tantas lectores.
Aprenda a escribir, Sr. Manager.
Sí, parece que es terrible lo que ocurre en Trípoli, con miles de muertos en un solo día y sin la menor garantía de que la matanza se va a controlar. Los «aliados», pues eso, como diría ja, a verlas venir y lanzando alguna que otra bomba que, ¡caramba!, los fabricantes de armas también tienen que comer. Pero para mí el problema empezará mañana o pasado, cuando se de por derrocado definitivamente el Régimen eterno de Gadafi y nadie separa qué hacer en un país tribal al que hasta ahora lo ha mantenido unido la enorme fuerza que proporciona el petróleo. Lo de la suerte del tirano me parece ahora lo de menos. Él se ha buscado, en todo caso, lo que pueda ocurrirle.
No sé cómo acabará la función pero lo que está pasando en esos países árabes dictatoriales hasta ahora, puede ser uno de los fenómenos más interesantes de los últimos tiempos. ¿Qué sería del mundo si ese área optara por la democracia, por supuesto sin prisas ni atropellos, y pretendiera integrarse en lo que ahora llamados comunidad occidental? La perspectiva es realmente interesante y puede que estemos asistiendo sin darnos cuenta a un acontecimiento que vaya ba cambiar nuestro sistema de vida mundial en su conjunto, y puede que para bien.
Calculan sus estrategias sin reparar en las víctimas. Lo de Libia es el colmo de la chapuza por parte de la NATO, una carnicería perfectamente previsible. No queda sino esperar que haya una justicia divina que le da a cada cual lo que merece.
No se entiende la pasividad del mundo ante esa masacre o la de Siria. Estoy muy de acuerdo con el comentario de Clara y con la columna.
Les supomgo enterados que a estas horas los rebeldes ya han tomado el cuartel general de Gadafi. Es probable que todo haya acabado aunque las dudas puedan durar aún varios días. Muy de acuerdo con que el problema comienza ahora.
La noticia está ya en los medios: se acabó Gadafi, Ahora vamos a ver de lo que es capaz la «inteligencia» del mundo democrático que tanta prisa se ha dado en reconocer a los rebeldes.