El reportaje de A. R. Vega sobre la increíble situación en que se encuentran los opositores que, hace dos años (o tres), ganaron su condición de funcionarios sin que aún la Junta les haya asignado plaza, era de los que hacen época. ¡Mil ciudadanos que han adquirido –muy costosamente– un derecho, ven cómo se lo arrebatan desde las covachuelas quienes, en su inmensa mayoría, no ha necesitado de semejante sacrificio para acceder incluso a los más altos puestos! Los mismos que mantienen en sus poltronillas al heredado (¡pero mantenido!) ejército de “enchufados” –a veces, incluso mano sobre mano– niegan inicuamente su derecho a los que se lo ganaron a pulso. Quizá no hubo en la crónica de la mamandurria autonomista mayor disparate, aunque, en realidad, este injustificable expolio más que disparate es una auténtica estafa.