Mi querido Amando de Miguel, esa enciclopedia bípeda, me llama para corregirme, con razón, el error deslizado en una de mis pasadas columnas, concretamente el de atribuir a Ortega una frase de Cánovas (más o menos apócrifa, por cierto), aquella de que son españoles “quienes no pueden ser otra cosa”, que yo contraponía a la de Primo de Rivera, “Ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo”. Mea culpa, por supuesto, por más que yo mismo no me explique el error pues bien conozco esa historieta desde que leí siendo adolescente el “Cánovas” galdosiano, una de las cumbres, a mi juicio, de sus “Episodios nacionales”, que creo yo que es donde se canoniza la anécdota. La escritura diaria tiene no poco de “automática” y por eso mismo favorece estas pifias en forzados como yo que nos atenemos al viejo “nulla dies sine línea”, pero en este caso más me cuesta aceptarlo porque recuerdo habérselo oído comentar a don Melchor Fernández Almagro en persona, que lo interpretaba en términos irónicos, y tropezado luego en las páginas del ingeniosísimo y socorrido libro “El porqué de los dichos” de don José María Iribarren. En la monumental edición de la obra de Cánovas que Braulio Medel hizo posible en su Caja, no hay, como es natural, ni mención del caso y hasta hay algún autor que, conociendo el patriotismo de don Antonio, duda de la propiedad de la frase, como González de Amezúa. Venga en mi auxilio Duhamel cuando asegura que el error es la regla y la verdad solamente el “accidente del error”. Estoy convencido de que Ortega tampoco hubiera dicho eso, no lo dudo, lo que aún hace más grave mi pifia. Repito, mea culpa.
No hay aproximación ontológica al “ser” de que se trate que no sea retórica, y lo vamos a ver muchas veces en los tiempos que vienen a propósito de esta guerra de identidades, por completo meta-física (y respétenme el guion), que se nos viene encima desde la periferia de esta entidad nacional nuestra que ZP decía que era “discutida y discutible”, y otros merluzos ven, bien por encima bien por debajo de su elemental realidad. Antes de extraviarme entre ontologías, casi me apunto a la tautología aquella de que un país es lo que es y nada más, que nos dictó cierto entrenador deportivo. Y en cualquier caso me borro de los propósitos valorativos sean masocas o chovinistas. Hace dos mil años que sabemos quiénes somos. Otra cosa es que no sepamos lo que queremos.
Don José António, no se rasgue usted así las vestiduras que no vale la pena. Fuera de su querido amigo casi nadie se había enterado de su error, (desde luego yo no),que por otra parte nada cambia al «vaso vacio». Espero seguir teniendo el honor de leerle por mucho tiempo, con errores o sin ellos.
Un beso a todos y uno especial para usted.
De sabios es corregirse, pero resulta obvio para muchos de nosotros, conocedores del autor, que ese error es un simple lapsus. La memoria nos juega a vedes estas bromas pesadas, sobre todo a partir de los… digamos de los 40, y uno no sabe a qué palo agarrase cuando descubre sus pifias. Don ja sí que lo sabe, por cierto.
Años me lleve con la cita equivocada. 50 exactamente. Mi profesor de Preceptiva Literaria me escribió como comentario en una redacción que le gustó: «Nulla dies sine riga». Y los diccionarios me negaban una traducción correcta de la dichosa ‘riga’.
Nuestro Anfi tiene una memoria excepcional y de ahí su mayor mérito en la rectificación. Chapeau.
Me pensaré lo de su «riga», querido don Epi, y si algo concluyo lo manifestaré aquí. Una vez más alabo la constrancia de nuestro amigo, porq
Me pensaré lo de su «riga», querido don Epi, y si algo concluyo lo manifestaré aquí. Una vez más alabo la constrancia de nuestro amigo, porque me consta su duelo por la muerte de nuestro común amigo Félix Grande y conozco bien su sensibilidad. Respecto a su «mea culpa», acepto lo que dice, seguro de que sus argumentos son certísimos (yo mismo fui testigo de esas relaciones con don Melchor) y del conocimiento de la obra de Ortega que siempre tuvo. Hay duendes del imprenta pero también de la memoria.
Me identifico con el rechazo de esas ontologías, pero tampoco me cabía en la cabeza que Ortega hubiera dicho eso, ésa es la verdad. Pensé que pudiera haberse tratado de un comentario privado que Gómez Marín pudiera conocer de sus años de relación con los orteguianos de la Revista de Occidente en Madrid, en la que él ya colaboraba casi de pantalón corto. (Exagero, claro).
No hacía falta el mea culpa, viejo, que ya nos conocemos bien unos a otros. Hay tanta superchería en la cita hoy día, sin embargo, que tu celo cobra sentido absoluto. Por mi parte, ni que decirte tiene, admito enteramente la «reparación» y sus argumentos.
Me honra su seguimiento y estima, mi don Pangly. Siempre asocié ‘riga’ como una forma anómala, una sustantivación de ‘rigare’, lo que le daría sentido.
También encontré estas acepciones en un dicc. que no me merece demasiada confianza, pero buee…:
rigare ( transitivo )
1.- para gobernar (dibujar líneas)
2.- anotar (líneas, marcas)
Escribí mi anterior entrada en el metro sevillano y salió paticorta. Pero a mi lado, admírense, iba una chica repasando sus apuntes ¡de latín! No pude resistirme a celebrárselo.