Al tiempo que nos enteramos de que la diáspora médica se amplía hasta el punto de que los médicos se van al extranjero para hacer el MIR, salta la noticia de que, sólo en una provincia andaluza se pierden más de un millón y medio de citas médicas en un año por inasistencia de los pacientes. Lo que no se aclara es cuánto tiempo llevaban los inasistentes aguardando en la famosa “lista de espera”, porque es ya del dominio público que esas demoras resultarían intolerables hasta para el santo Job. Nunca existió una sanidad pública como la actual, pero también es cierto que nunca resultó más apropiado llamar “paciente” al enfermo. Porque hasta al más comprensivo de éstos puede fallarle la paciencia después de meses y meses de espera desatendida. Ésa y no otra debe ser, sin duda, la explicación de tantas renuncias a la cita concertada.