No se sabe ni probablemente se sabrá nunca que hay de verdad y cuánto de calculada mentira en los choques entre los ministros benefactores y el ecónomo Solbes, que pastorea la grey como si el redil fuese suyo –que es lo suyo, desde luego– y se pasa el tiempo contradiciendo a los prometedores de aguinaldos para ser, a su vez, posteriormente, contradicho por quien de verdad manda. Ni lo sé ni me interesa, les digo la verdad, porque me traen al fresco estos malabares estratégicos y porque me parece que en todos estos encontronazos lo grave no sería, en última instancia, la erosión de una figura política sino el fondo de las cuestiones planteadas, concernientes todas ellas a derechos elementales de los ciudadanos –derecho (¿) a una vivienda, a la salud dental y demás– olvidados desde siempre por el Poder. Pero aún desde esta perspectiva hay diferencias notables entre la insensata promesa de ofrecer piso a todo el que perciba menos de 2.100 euros de renta (es decir, a más de los tres tercios de los contribuyentes) o, alternativamente, en las de desgravar alquileres o gravar viviendas vacías; y anunciar, por fin, el rescate de la salud dental del segmento acaudalado de la población, en especial, por lo que se refiere a una santa infancia cuyo futuro sanitario depende en buena medida, para bien y para mal, del cuidado que se le preste a sus bocas. El hecho mismo de que sea noticia la extensión del cuidado dental gratuito a la infancia constituye en sí mismo un escandaloso ‘mea culpa’ por parte de un Poder hecho a la idea, inasumible para cualquier espíritu medianamente solidario, de que es normal que la endodoncia (que es la odontología cara, pero también la razonable y efectiva) se reserve a quien pueda pagarla, dejando para el resto de los dentados la alternativa que separa la caries de la extracción. Y sin embargo, afrontar el problema de una vez tiene su mérito (al margen del debate electoralista) y desactivarlo supone reafirmar la lógica de la desigualdad hasta en la boca de los ciudadanos. Solbes lleva probablemente razón al objetar la medida, pero a Soria no hay modo de discutirle que la boca de un niño debería costar siquiera lo que vale.
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Lo que es una vergüenza es que, tras varios trienios de mayoría de la autopostulada izquierda, nuestros niños continúen sin derecho a la salud dental, por no hablar de lo que supone que en Andalucía, tras casi treinta años de incontestable hegemonía ‘sociata’, los clásicos ‘empastes’ sigan vedados para los de abajo y los propios niños excluidos de la atención cuidadosa que se prodiga a los de arriba. Aunque si finalmente Solbes pierde la partida y se impone el electoralismo presidencial, habrá que revisar esa guasa que anda diciendo por ahí que ZP es capaz de permanecer insensatamente sentado al paso de la bandera americana pero que tiembla como un azogado ante el sillón del dentista. Este cuento, damas y caballeros, es toda una tomadura de pelo, un festival de despropósitos en el que, desde el patio de butacas hasta el gallinero, el teatro entero ha acabado asumiendo la lógica del entremés, indiferente a la evidencia de que el protagonista recitaba en cada momento el versículo que le soplaba desde su concha el apuntador. Yo creo, además, que el rifirrafe entre el ministro audaz y el sensato forma parte del libreto, quiero decir, que tanto la promesa de Soria como el frenazo de Solbes estaban previstas, son piezas de un mismo diseño propagandístico que pretende sugerir a los ciudadanos el ambiguo mensaje de que los mejores deseos se topan con la realidad como don Quijote se topaba de bruces con las tapias de la Iglesia. No hay mejor forma de valorizar el producto que demorar su venta. Para una Humanidad doliente que no ha conocido más que el dolor o la anestesia de santa Apolonia durante una eternidad, ya me dirán qué puede significar que el remedio se aplace todavía otra legislatura.
«A Santa Apolonia, un despiadado perseguidor cristiano le lanzó un poderoso golpe a la cara rompiéndole de esta forma todos sus dientes que se le cayeron en pedazos…y en menos de lo esperado Santa Apolonia salta por voluntad propia a la hoguera ardiente para evitar renunciar a su amada religión. Mientras tanto, la Santa les decía que cuando sufrieran de problemas y dolencias dentales, invocaran su nombre, pues ella intercedería ante el Todopoderoso para aliviar sus penas.»
Hace siglos, allá en mi época sanitaria, oí por primera vez el palabro ‘priorizar’. Creo que hay sinónimos menos chirriantes. El empaste de una pieza dental de un niño de 8 ó 10 años es más importante que otras inversiones que se deslizan alegremente entre los números de los presupuestos. Mismamente más necesario que regalarle gratis et amore, 2.500 eurazos a una pareja de buena situación económica -mismamente los Urdangarín-Borbón- si se deciden a aumentar el número de españolitos.
(A mi don Berdigón, al que he leído hace un poco en su comenta de ayer.Conozco el caso de una maestra, manifiestamente opuesta al régimen, a quien por un simple error burocrático cometido por la susodicha, y mantenido en silencio por la respectiva kommisaria política en el staff directivo del centro escolar hasta que el tiempo transcurrido constituyese falta punible, fue sometida a expediente disciplinario. No mucho antes había recibido ‘por sorpresa’, je, je, la visita de un inspector en su aula, quien no tardó en descubrir -estaba en primera fila- el retraso de una alumna y con dedo amenazante reprochó a la profe el ‘desvío curricular’ de la cuitadiña. La maestrita adujo que se trataba de una alumna c.n.e.e. (con necesidades educativas especiales) y que lo conseguido por la chiquilla era fruto de la colaboración y el esfuerzo conjunto de la interesada, la familia y la maestra en un trabajo no despreciable. No por ello el severo enviado de las alturas se dignó retirar ni una sola de las admoniciones anteriores ni emitió una sola palabra de disculpa.
A mí, aquí en Casablanca, me trae al fresco los planes de esta tropilla gaucha, pero les confieso mi estupor creciente, como persona que durante medio siglo siguió la política de cerca, sin perderse detalle asequible. Esta gente está instalada en la arbitrariedad, en la improvisación, en el despilfarro y en la metira. Y me quedo más que corto a la hora de descalificarlos. Pero la comedia de los dientes del atoncito Pérez no creo, amado jefe, que sea del todo ingenua, sino estudiada a fondo. El tal Soria esconde un taimado politicastro, Franco los llamaba así, es decir un intrigante de esos que van por la vida diciendo que son lo que no son y ejerciendo de lo que, en efecto, no son.
Ya era hora de que saliera a relucir el miedo. El de los maestros, pero también el de los médicos, el de los funcionarios de cuello blanco, el de los militares, el de todo el afortunado que se ve atado por la misma soga que lo une a la nómina.
El tema de hoy, pues nos parece complementario del de ayer, de tantos otros días, lo que apunta a la coherencia de jagm, que no los elige al buen tuntún sino en función de nuestra realidad, tan necesitada y problemática. Los maestros, por ejemplo,l deberíamos denunciar más lo que muchas veces observamos de eso, de la dentición de nuestros alumnos, aunque ya sería exigirle demasiado al gremio. No obstante, no se preocupe nadie porque no lo denunciará ninguno. El miedo es grande y creciente. Mucho mayor que lo fue durante la era aznarista, seamos sinceros, y nosotras queremos serlo.
No se puede vivir tan preocupados como ustedes viven, que si la educación, que si la salud… Esto no tiene arreglo y ocn un canto en los dientes si logramos salir enteros de la pelea. ¿Vieron el telediario de hoy con la fanfarronada cínica de la Justicia reclamnanod datos sobre la quema del retrato del Jefe del Estado en Tarragona? Yo sí lo ví y tal vez por eso no que me quedan ganas de entretenerme ahora con estas metirijillas, una más entre tantas, sobre dientes de leche y esas cosas.
Interesante art.m y tanto como él la confesión –que no es nueva pero que ayer y hoy resuena von mayor fuerza en el blog– del miedo que embarga y mantienen acoquinados a los que viven de oficios públicos. He vistoal menos a dos compañeros caer enfermos de miedo y tener que refugiarse en casa, en los sedantes y en los antidepresivos. Pero eso no quiere decir que no haya entre todos ellos gente coin redaños. O conozco mal a jagm o él mismo tuvo sus riñas gordas mientras ejerción en la función pública. Debería comntranos alguna vez esa experiencia que tanto preocupa a estos amigos convocados por su columna.
Otro columnazo redondo, otro 9 que puede ir apuntánd0ose por mi parte y aunque venga el clasutro entero con la Inspección al lado.
Me he reñido lo mìo con el título, afortunadísimo, que confirma que la ironía, como tantas veces se ha remarcado aquí entre nosotros, es el arma suprema de que –junto con la Cultura– se vale nuestro amigo para mantener levantada esta columna tan especial e inimitable.
Le absuelco » de levi» por la alusión jocosa a santa Apolonia bendita, admitiendo con gusto que también hoy lleva toda la razón. Oiga, buen hombre, ¿ûsted como se las arregla para vivir en libertad frente a esta gentuza a la que no deja en paz ni durmiendo? Admiro ese valor y esa constancia que algunos interpretan (tengo amigos que leen en esa clave «La Cruz del Sur») como hostilidad a un partido en lugar de ver en ello lealtad a sí mismo y a sus lectores. Dios le bendiga.
Dejando tranquila a la santa y a los infantes con caries, hay dos frases que me erizan el vello. Una, ‘el miedo es libre’; la otra, ‘al amigo se le da hasta el culo, al enemigo se le da por el culo y al indiferente se le aplica la legislación vigente’.
También hay dos conceptos que me producen extrasístoles cardíacas: el NIF y la informática aplicada. Usted puede estar en activo o en el dorado retiro de las clases pasivas. Si se le ocurre rellenar un papel más menos oficial con su nif, qué sé yo, pidiendo una nota de registro simple, o cumplimentando una hoja de reclamaciones en renfe, en una covachuela siniestra puede que su nif haga parpadear una luz y un aparato diabólico cruce todos los datos posibles, por lo que no tardará mucho en recibir una declaración paralela de su IRPF o encontrar envíos siniestros en su buzón de correo electrónico.
Servidora no cree en las meigas, pero haberlas, haylas.
Verdaderamente es tremendo eso que dice jagm de que los pobres tienen una odontología y los ricos otras, ¡¡después de tantos decenios de gobiernos de izquierda!! La imagen de una seguridad social (la escribo con minúscula adrede) que extrae muelas y dientes a unos cuando podría salvarlos con simples empastes no puede dejar de rebelar a todo biennacido, pero ésa es la única imagen auténtica.
Ay, mi miss Pinzonazula, cómo se trasluce en sus propias palabras el miedo de que se viene hablando y usted misma reprueba con las tripas revueltas. Creo francamente que no debe de ser para tanto como nos cuenta y que temerle a un olvido del NIF es ya demasiado, incluso en esta burolandia en que habitamos, pero cuando tanta gente respoira por la herida, incluso perspnas tan listas como nuestra avecilla, por algo será. En mi mundo profesional también hay lo que gm suele llamar jindama pero me da que es en las aulas conde más miedo hay.
Este es un país aficionado a las Inspecciones. Tiene muchas. Pero mientras a las de Trabajo se les suele escapar que hay por ahí mucho obrerete currelando sin papeles a la de Educación no se le escapada nada por la seniclla razón de que el «soplo» estña garantizado desde el propio clasutro. Lo que ha ocurrido en España en este proceso de fractura en dos es muy grave, pero en ninguna latitud se advierte mejor ese desastre que un centro docente en el que los claustros, hoy por hoy, se dividen d¡en dos mitades recelosas que se espían una a la otra. (Esto no supone, claro está, que bo haya profesores decentes y normales, alejados de una inquisión de esa narturaleza, pero sí que los bandos existen y que ése y no otro es el ambiente en que ha de vivir un profesor para ganarse los amargos garbanzos.
También nosotros sabemos lo nuestro de desertores reciclados en polis del sistema, inspectores que han jurado fidelidad al poder con tal de no volver a pasar consulta. Nunca ha habido más política en un hospital (o en un centro de menor volumen) que en estos tiempos en que los directores son comisarios y los comisarios sueñan con ser directores.
Curioso: otro día en que el tema principal, aunque no obviado, es desviado por otro, en este caso el de la falta de libertad de los profesionales condicionados por el color político. Creo que el tema era de un gran relieve y, aunque sólo fuera por el lado sentimental, merecedor de que se apoye esa crítica al montaje político que rebulle detrás de la medicina pública. Nadie ha planteado la cuestión del derecho a la salud dental, hay que decirlo, y siempre me he admirado de que con tanto protestante suelto como tenemos en nuestro alrededor a ninguno se le haya ocurrido hacerlo. Dudo que hubiera prosperado su reclamación, pero no de que el tema hubiera puesto entre la espada y la pared a quien hubiera de decidir que los pobres continuaran sin endodoncia, por ejemplo, o lo que es lo mismo, que, como sostiene gm, también la asistencia sanitaria constituya un problema de clase.
Pero mi don Puñetas del alma, ¿de qué guindo se me cae usted? Pues claro que hay una sanidad de primera y otra de segunda, y hasta llegar casi a quinta. Y una educación. Y seguramente una justicia.
Baste comparar el medio rural y urbano. O quien se paga un seguro -o quien dice un colegio- y quien va al gratuito. Gratuito, je, je. Más que ‘Hacienda somos todos’, más bien ‘todo el año es mayo’. El Sistema, carísimo por supuesto, es una ley de mínimos. Incluso las mutuas de pago tienen su tarjeta oro, platino y vip.
Servidora no conoce más que de oidas a Friedman, ni a Popper ni a Keynes. Incluso en el banco tengo libreta y no cuenta. Pero la demanda es infinita y la oferta no lo puede ser. A los peloteros de lujo le hacen una resonancia si se dan en la rodilla con la puerta del coche y una señora con cáncer de mama puede estar semanas esperando la primera mamografía. Poderoso caballero… La grieta entre clases se va convirtiendo en el gran Cañón del Colorado. Con un gobierno que se dice de izquierdas. Ay, que me quiebro de la risa.
(A mi don Galenillo: Cuando la revolución de octubre, la de 1982, no la otra, servidora andaba por un gran hospital. Creo, o pasaba por allí, qué mas da. O tal vez todo es una broma de herr Alzheimer. A un señor doctor algo rojete, le dieron un tocho de fotocopias. Era sobre dirección hospitalaria. ¡En francés!, porque en los antiguos bachilleratos se estudiaba algo de gabacho, no el idioma de los hijos de la gran B. Pocas semanas después era el director del gran hospital. No me pregunte cuál era su especialidad porque eso no lo contestaría ni en presencia de mi abogado. Así se escribe la historia. Juás, juás.)
Cada día que pasa me admiro más de lo que leo, y de la situación en que está España. Francamente, ¿de veras tienen miedo en decir lo que piensan? No puedo creermelo porque siempre me ha parecido que desde siempre todo el mundo podía criticar y no se privaba de hacerlo.
Lo de un sistema de salud a dos velocidades es casi inevitable: en Franci atambien existe. Pero eso sí, los críos tienen todos derecho al odontólogo.