Al rector de la universidad Hispalense también acaban de imputarlo por prevaricación, en su caso por haber suspendido –nada más enterarse de que la Fiscalía andaba metiendo las narices en el asunto– la convocatoria de incentivos a la jubilación, invento incalificable en virtud del cual la Universidad pagada una cantidad importante a los profesores que adelantaran su jubilación en plenitud de facultades, es decir, las llamadas “jubilaciones doradas”. Una universidad manga por hombro no ve mejor solución que desprenderse de los profesores maduros para hacer sitio a los más jóvenes, y ahora la Justicia parece empeñarse en mantener el absurdo sistema. Si Dios no lo remedia, aquí va a terminar imputado hasta el apuntador.