Está haciendo furor la novela de John Boyne, otra vez la visión infernal de la barbarie nazi a través de una mirada infantil. También se anuncia un musical sobre la pobre Anna Frank y en Francia se concede el prestigioso ‘Goncourt’ a Jonathan Littell (de quien hablábamos aquí hace pocos días) y el ‘Médicis’ a Daniel Mendhelshon por su saga familiar. Mientras tanto, se discute el derecho de la Fnac a vender masivamente libros neonazis (o nazis genuinos) a pesar de que, como sabemos, la negación del holocausto,’leiv motiv’ de la inmensa mayoría de ellos, constituye delito en un montón de países, incluida España, al menos hasta esta semana, una vez que el TC ha establecido la doctrina contraria, a contrapelo de su propia jurisprudencia. El fiscal del caso seguido contra el propietario de una librería barcelonesa desde hace un montón de años ha protestado formalmente contra esta contradictoria imposición que le obliga a retirar el cargo de negación del holocausto aunque no el de incitación al odio racial, vigente, por el momento, y colgado, como quien dice, del humor de los altos jueces. A lo mejor es que aquel horror va quedando ya demasiado lejos como para que la memoria logre sostener el castigo de quienes lo niegan cínicamente, porque la Historia tiene esa condición perdediza o, cuando menos, suavizadora, en virtud de la cual el chafarrinón se atenúa y el perfil se ablanda con el paso del tiempo. Todos sabemos que España ha sido uno de los paraísos ocultos de los nazis y la Costa del Sol su balneario particular, puesto que en ella invernaron desde Otto Remer a Wolfgang Juglar, y en ella murió –ya desaparecido el franquismo protector, arruinado al parecer y fugitivo de la Justicia– el legendario líder del ‘rexismo’ belga, León Degrelle, el hijo que a Hitler le hubiera gustado tener, por lo visto, gran amigo de Otto Skorzeni (el liberador de Mussolini), protegido del conde de Mayalde, cuya apacible existencia en un pueblo sevillano, custodiado por la Guardia Civil y protegido por la dictadura, fue uno de los secretos a voces mejor guardado del régimen. La historia de Aribert Heim, el “Dr. Muerte” de Mauthausen, finalmente localizado en la Costa Brava, que nos contaban en Madrid los bocaflojas del régimen hace la intemerata, ha tardado decenios en ser descubierta por la propia democracia. ¡La vida!
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Pero, insisto, no perdamos de vista el peso (digo el peso, no sólo el paso) del Tiempo, la erosión de la memoria que ahora se quiere reactivar artificialmente con el mismo dinero que se le ha regateado a las víctimas durante treinta años de democracia. Aquí ha sido posible que un pseudólogo fantátisco se erigiera en cabeza visible y parlante de los supervivientes de Mauthausen no conociendo el campo más que de visita. Aunque no sé de qué extrañarnos, si estamos asistiendo en directo a este baile de disfraces en el que el propio Chaves alardea en Canal Sur ante Quintero de sus inverosímiles “carreras ante los grises”. Eso sí, parece raro que en una misma sociedad se revuelva la memoria sedada de la tragedia cainita y al mismo tiempo se derogue por vía jurisprudencial un delito que reconoce a coro la culta Europa y no sólo por razones justicieras sino por pura profilaxis. Los límites de la libertad son tan escabrosos como los del recuerdo pero, en todo caso, haga lo que haga el juez o el legislador, los viejos delitos se decoloran, por rabiosos que fueran, bajo la paciencia del tiempo y su acción inevitable. Claro que si la Fnac hubiera osado desafiar a la opinión mientras duró la tiranía no hubiera ganado para escaparates rotos y quién sabe si el TC hubiera dado ese paso temerario de contar este país medianejo con una Violeta Friedmann. En la Historia duermen apiladas las leyendas más dispares porque nadie ha discurrido el modo de ponerle puertas al tiempo. Si ahora vende tanto el retrato de aquellos negros años, tal vez sea por esa misma razón.
Todo ser humano debe de tener el derecho de negar todo lo que considere oportuno.
De religión, moral. política, filosofía, ciencia…hasta el infinito.
¡Faltaría más que se me prohiba negar! Allá cada cual con sus negaciones.
Hay negaciones para todos los campos. Unos niegan el sexo propio, su nación, sus orígenes….. e incluso su existencia.
Yo no puedo afirmar que en España se practica la tortura; pero que el juez Grande-Marlasca ha dicho que los dos etarras coinciden en los hechos ocurridos en su detención, -estando incomunicados-, es para abrir un expediente.
No soy testigo pero sí lector de diarios.
Conocí hace mucho a un tipo que en sus ardorosos veinte años decidió estudiar Historia, creyendo que la memoria rescatada era un arma revolucionaria. Pensaba indagar en las circunstancias en que Krupp vendía el mismo alambres de espino a los contendientes de ambos bandos en la Primera Gran Guerra. También intentaría buscar documentos que dieran testimonios creíbles de cómo eran y cómo se vivían las grandes epidemias de cólera y tifus a orillas del Sena.
Faltándole tres o cuatro asignaturas del último año, desistió de licenciarse. Durante los años de facultad sus profesores le inculcaban una y otra vez la objetividad, la imparcialidad, que él estimaba imposible. Le ponían delante una historia que era como examinar una colección de mariposas pinchadas con su alfiler y expuestas en una vitrina y luego dedicarse a leer gruesos tomos donde se explicaban familia, género y especie de cada bicho. Hoy es funcionario cagatinta delante de un ordenador, pero por eso tiene tiempo suficiente para escribir sabrosos relatos que muchas veces destruye sin que nadie los lea. Yo sí he leído alguno.
Siento haber provocado alguna vez la ira de mi don Heródoto o de algún otro historiador que frecuenta el blog. ¿Es la misma historia la que cuentan Tussell, De la Cierva o Moa sobre una misma época?
La Historia –y me saben dispuesta a recibir collejas- es una ciencia, tengo que admitirlo, pero los historiadores son humanos, quizás demasiado humanos y sus sensibilidades o percepciones pueden ser muy distintas. Y lo reflejan en lo que escriben y como lo escriben.
Copio a Eduardo Galeano (que ya se sabe que es un rojo): “La historia es una paradoja andante. La contradicción le mueve las piernas. Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras y con frecuencia sus palabras revelan, mintiendo, la verdad. …. A Hitler no le faltaron amigos. La Rockefeller Foundation financió investigaciones raciales y racistas de la medicina nazi. La Coca-Cola inventó la Fanta, en plena guerra, para el mercado alemán. La IBM hizo posible la identificación y clasificación de los judíos, y ésa fue la primera hazaña en gran escala del sistema de tarjetas perforadas”. Mis respetos a Icaria.
Nunca creí en las relativizaciones de la Historia. La H. es objetiva o no, sincera o no, decente o indecente, en la medida de la voluntad y posibilidades de cada cual.Un católido integrista dirá que Renán es un malvado, un alemán tal vez se quejará de las generalizaciones sobre su pueblo, un zapaterito preferirá a cualquier curioso local que a h. Thomas. Pero el lector independiente (¿existe?) debe acercarse al relato sin prejuicios. No vale la pena discutir sobre el sexo de los ángeles. La H. sabe hoy lo que ocurrió bajo Hitler: sin género de dudas. Negarlo es un ejercicio de libertad siempre que no lo sea de cinismo.
Estoy muy de acuerdo con el viejo Heródoto. ¿A qué viene negar lo evidente? Cuando ese Degrelle negaba (no sé si fue el primero) lo ocurrido en los campos de concentración mentía porque no es posible que ingnorara aquella igmominia un jefe de las Wafen SS, que llegó al generalato aunque fuera momentos antes de coger el portante y darse el piro. Pero, claro, doña Icaria, para empezar, mejoremos el repertorio citado porque si nos plantamos entre Don Cierva y Moa, mal empezaríamos. Hay Histrorias muy diferentes pero de todos respetadas. SDe puede disentir de Pidal, de Altamira, de don Américo o don Albornoz, pero ¿quién dudará de que todos ellos aporatron mucha luz al conocimiento de nuestro pasado?
Moa no hace tanto Historia como polémica. Lo mismo que los de enfrente. Los actuales historiadores zapateristas están empeñados en escribir tuertos y cerrar el ojo restante para no ver la mitad del campo. Es un ejemplo. ¿Negar por negar? Eso será una capacidad del obcecado pero nunca un derecho del homnbre objetivo.Los pijamas de rayas, por ejemplo, no pueden ser negados simplemente porque se le antoje a uno o al de al lado. Otra cosa es discutir si lo de España fue feudalismo equiparable al francés, o si las Cruzadas fueron empresas mercantiles antes que expediciones de fé.
No me alegra precisamente que ante una columna seria y fundada nos enredemos en palabrería, a ver quién la dice más gorda. ja habla hoy de cosas tremendas, de personajes críticos, cuestiona actitudes insufribles. Que cada uno opine, a favor o en contra, me parece normal; no que se sustituya el comnetario por el rifirrafe. Conozco a historiadores que njnca reveleraían la clave contra «su» Verdad.Los nonozco que jamás la ocultarían. Normalmente, creo, lo uno y lo otro es consecuencia directa del interés de cada cual. Y ese intyerés privado debe ser excluido del juicio.
Así se escribe la Historia, como lo hace hoy el Abate: poniendo el énfasis en que ese etarra «pudo» haber sido torturado )acción intolerable que exige castigo) pero silenciando que ése etarra es un asesino que intentaba provocar una catástrofe. Creo más en gente como jagm, que dan a diestra y siniestra, según se tercie.
Muchos días pienso que estropeamos más el blog con estas aclaraciones que si pasáramos por encima de las idioteces narcisistas de algunos. Hoy es uno de esos días.
(La columna, sin embargo, es excelente).
Gran reflexión, en línea con la dedicada el otro día a Jonathan Littell. Y tal vez con la que consagró el jefe a «Tintín», porque una vez me sorprendió leerle de pasada que entre el Degrelle que hoy cita y el autor del tebeo hubo sus más y sus menos porque decía aquel megalómano que él era el inspirador del personaje.
Creo que el tema de hoy se merece mayor respeto y, lejos de la idea de dividir el blog entre «jefes» e «indios», propuesta por algún fantasma, me parece justo exigir que ese respeto lo mostremos todos. Y una de las mejores maneras de hacerlo, quizá la única, sea ceñirse a la propuesta de la columna y no venir ´cada cual con su novelería a cuestas.
Recorté la columna para mi clase, obvio es decir, y ya le anuncio al jefe que pretendo que sea invitado a mi centro para contarles a los chicos esa historia apasionante que incluye a Tintín por lo visto. Me ha emocionado el trasfondo. Dígame Abate (y no sólo Abate), ¿con cuántas columnas nos podríamos emocionar hoy si leyéramos todas?
Hoy día hay una campaña de libros en esta dirección que paga el dinero que siempre pagó las campañas. Verán como no sale ningún libro sobre el bombardeo de Dresde. Y si saliera, ¿sería un delito venderlo en una librería?
Me parece muy bien que el TC diga que no es delito lo que en el Código lo sigue siendo –ese derecho no sele puede negar al juzgador–, pero ¿sería mucho pedir a los diputados que apeen ese delito del Código? ¿No aumentaría eso la seguridad jurídica que no es posible mientras se exonere de culpa al autor de una conducta que el Código condena?
Más interesante todavía me resulta la sugerencia de jagm sobre el desgaste, por así decirlo, que el tiempo produce en la norma y, por supuesto, antes que en la norma, en la propia idea que reside en la conciencia.
Este tema del holocausto no debe ser manipulado a criterio de unos y de otros. Tanto sufrimiento, tan singular barbarie, merece un respeto unánime.
Puede llegar a creerse que esos majaderos negacionistas son mártires de estas dictatoriales democracias que les impiden su derecho a revelar la Verdad, cuando la realidades que no manejan más que cuatro leyendas pasadas de mano en mano, y que jamás probaron (¿cómo podrían?) nada que permita poner en duda la elocuente imagen grabada en directo por las tropas aliadas el testimonio de tantos millones de desgraciados. Son unos canallas que encima quieren impunidad. Lo que pasa es que siempre hay un abate para un descosido.
Yon también escuché al Chaves decir lo de las carreras ante los grises, respondiendo, como comprenderán, a la «amable» pregunta de ese predicador implacable… por los cojones, que es el Loco… por los cojones. Un día, a la salida de una movidita Charla delas que él organiza y que yo habñía ido ex profeso a escuchar a Sevilla, le oí decir a él mismo una cosa que me hizo muchísima gracia: que nunca había visto a un tonto cogerse la mano con una cancela. Díganme si tiene humor o no lo tiene este onubense que comprendo que se insulte cuando oye a un tío como Chaves, hijo de un duro jefe del ejército de Franco, presumir de clandestino.
Hilarante la broma de ja, señor Tendillas, que uno también le tiene oída.(Mucha gente que conoce por fuera a jagm no sabe que, en el fondo, tras su máscara severa, lo que hay es un moralista satírico irreprimible).
No quiero insistir en lo que se viene insistiendo, que parece mentira que venga, en algunos casos, de celosos izquierdistas… El negacionismo es un doble crimen, un holocausto psicológico sobre el real. También se puede negar que hemos llegado a la Luna –hay millones de idiotas que lo niegan– pero pore se camino no iríamos muy lejos. En USA, quienes trabajamos en la enseñanza conocemos mejor que nadie la represión expresa o subliminal que se cierne sobre ella. Pero no duden que la Libertad no corre peligro a pesar de ello. El fundamentalismo antievolucionista, por ejemplo, puede ser incluso legal pero es tomado a chacota por la mayoría de los ciudadanos. En España, en cambio, parece que siempre hay un dispuesto a comprar el libro del falsario. Hasta creo que a los dos maestros antagonistas antes mencionados, les dañó mucho ese sentido de la rivalidad más fuerte incluso que la evidencia.
Comprendom que escribas estimulado por tantos lectores inteligentes; me desespero cuando veo ocn quépaciencia sobrellevas a los memos especializados en lucirse a tu costa (en intentarlo, quiero decir).Tu silencio ante muchos de estos tontainas me exaspera. ¡Quién te ha visto, querido, y quién te ve!
Negar no es un derecho cuando se atenta contra el de las víctimas a ver respetada por lo menos su memoria.
«Yo no puedo afirmar que en España se practica la tortura; pero que el juez Grande-Marlasca ha dicho que los dos etarras coinciden en los hechos ocurridos en su detención, -estando incomunicados-, es para abrir un expediente.
No soy testigo pero sí lector de diarios.»
«Así se escribe la Historia, como lo hace hoy el Abate: poniendo el énfasis en que ese etarra “pudo” haber sido torturado )acción intolerable que exige castigo) pero silenciando que ése etarra es un asesino que intentaba provocar una catástrofe. Creo más en gente como jagm, que dan a diestra y siniestra, según se tercie. »
Sr. Rick: ¿qué quiere insinuar con eso?
Seguro que es Ud más violento que Juan Moreno Romero.
Siempre he aborrecido la violencia por educación cristiana recibida en la niñez. ¡ Se entera!
Rechazo la tortura en cualquiera de sus formas, al igual que las dictaduras y a los caraduras.
No haga juicios de intenciones.
Abundancia de jefes que dejan sin postre a los indios.
Tontos de capirote sin nada que aportar. ¿Que tal míster Plaza?
En mi opinión el tema de jagm no es elq eu pudiera deducir un lectpr de estos comentarios, sino tan sólo la preocupación por el carácter efímero de la memoria y, en consecuencia, de las sanciones históricas. El Tiempo lo gasta todo, de manera que la indignación que pudo producir la negación de aquel holocausto se aminora hasta disiparse con su paso devastador. No hay que darle vueltas a lo que no lo necesita.
El jefe conoce bien a la nómina nazifascista, por lo que se ve, y llega a decir que siendo joven recibía confidencias de los «bocaflojas del régimen». Me intriga este hombre hasta cuando se mete en huertos tan cerrados.
Aquí es donde no se olvida y también donde más interés existe en ese olvido. El alemán está herido por el cvastigo colectivo de postguerra, pero en su sector más noble asume que la adhesión alnazismo fue un pecado colectivo que requería una expiación también colectiva. Aquí no se atreve casi nadie a negar la evidencia, más que los que EVIDENTEMENTE no tuvieron otro remedio que ver de cerca la tragedia. No en público, no formulando teorías, porque se le cae el pelo al que se atreva. El negacionismo es cosa de exilados de oro, profesionales de la nostalgia, cómplices de los verdugos.Todos los nombrados en la columna eran verdugos o cómplices.
Ellos venden propaganda nazi, los mismos que quemaron los librosal tiempo que incineraban alos disidentes. Lleva razón el articulista en que mientras ellos mandaban en España o donde fuera el que se atreviera a vender libros no tendría asugurado un juicio justo sino una tea en el escaparate.
Sosiéguese, Abate, que tiene usted un cacao maravillao en la cabeza como para que no le hiciéramos caso. ¿Se atreve a exigir cortesía quien con más insolencia inuslta a quien le place incluido el autor del blog? Dese una vuelta con la vespita, hombre, sopita y buen vino.
Es curioso como este tema ha despertado pasiones.Don José Antonio ha reflexionado sobre el hecho que el tiempo va borrando todos los recuerdos, hasta los que creíamos más enraizados en la colectividad (Los que permanecen se vuelven leyendas o mitos)y es dificil ser objetivo cuando se estudia la Historia e imposible encontrar la Verdad («En la Historia duermen apiladas las leyendas más dispares.»)Lo cual es indiscutible: lo observamos todos los días. La experiencia de los mayores nunca sirve a los jóvenes: todo eso ellos no lo han vivido.
Por otra parte, cuando se reflexiona sobre las palabras de don Berlín,(«el alemán …noble… asume que la adhesión al nazismo es un pecado colectivo que requería una expiación también colectiva») menos mal que existe el olvido porque no creo que sea sano que generaciones se sientan culpables de lo que hicieron sus abuelos.
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A parte de eso , siento decir que estoy de acuerdo con el Abate.Para mí, es una cuestión de principio. Si se está contra la pena de muerte no se puede autorizar tal o cual excepción. Pues lo mismo con la Historia: no se puede pretender que todo se puede estudiar, discutir , analizar, y luego prohibir este o aquel tema. O entonces es dogma, es sagrado,no se discute, se acepta.Estudiar , bucear por el pasado se puede siempre.Miren ustedes la de libros que hay sobre un hombre que se llamó Jesús. Parece que todo fue dicho, que es imposible encontrar nada nuevo, y sin embargo seguramente , a plazo más o menos largo seguramente se encontrará algo nuevo que permitirá enfocar su figura de manera nueva.Y eso gustará o no , pero lo importante es que se pueda publicar. Conocí a un viejecito que decía que Juana de Arco no había existido, y lo había demostrado en un curioso libro que le compré.
Ya sé que mi posición no es la del blog en general, ni muy «politicamente correcta», pero confió en que no me colgarán el san benito.