Hay tipos en política, como el incomparable Pizarro, seguramente irrecuperables en su “montajenoia” sin fin. Un montaje sería lo del espionaje de las Cajas sevillanas a pesar del doble desmentido judicial, otro montaje el de la propia encuesta que concede ventaja al PP sobre el PSOE, la efímera insurrección de los Ayuntamientos sociatas en la FAMP, el rifirrafe ocurrido en el CAA entre los consejeros de la mayoría y sus opositores, los transfugazos o corrupciones más clamorosos, otros tantos. Todo lo que no se ajusta a su interés o contraviene su expectativa es un montaje y sanseacabó. La dialéctica de esta mayoría intratable se agota en siete letras.