El efecto del escandalazo final (esperemos que sea final) del Ayuntamiento de Marbella está provocando vivas reacciones en muchos pueblos y ciudades de Andalucía en los que, con evidente exageración, se viene a decir que si se intervinieran todos los consistorios más de uno y más de tres acaban con sus ediles en el trullo. Está demasiado extendida la conciencia del abuso, hay demasiados municipios en los que se han visto operaciones sospechosas en torno al urbanismo, en ocasiones vinculadas de manera clamorosa a las más altas instancias del poder, cesiones de terrenos o recalificaciones en beneficios de amiguetes del alcalde y demás trucos de repertorio. Verdaderamente se impone un ejercicio amplio y profundo de revisión de las condiciones en que actúan esos municipios nuestros que, con más competencias que nuca, aún reclaman más funciones y más dinero. Que eso, evidentemente, no vaya a hacerlo el partido en el poder, no quiere decir que no pueda constituirse en una aspiración saludable.