La huelga de transporte amenaza con paralizar la vida como un infarto masivo paraliza un cuerpo. Es la sombra de Jimmy Hoffa combatiendo a los Kennedy con sus camioneros, la de los conspiradores chilenos precipitando la caída de Allende. Sólo que ahora ya, en el ámbito de lo global, con Europa convertida en un único pañuelo a efectos económicos, los efectos pueden ser más graves y profundos. Asómense a ‘Fauchon’ parisino o al ‘Viktualienmarkt’ muniqués y verán de cerca la interrelación que supone la oferta global: melocotones de Chile, naranjas de Marruecos, fresas españolas, jengibre chino, nueces yanquis… La globalización implica y depende de un sistema rápido y garantizado de comunicaciones en un mundo mucho más rico pero también mucho más frágil. Un apagón paraliza Nueva York, un paro de pilotos tritura el planeta, la huelga de transportes hace encallar sin remedio a la ciudad alegre y confiada: es la famosa vulnerabilidad de la sociedad compleja, tan fuerte, pero basada en la interdependencia radical, en el requisito de la reciprocidad. Ahora bien, ¿se le puede pedir a un sector que trabaje en pérdidas? Pues no parece lógico, y la verdad es que el Gobierno ha tenido tiempo sobrado (y no hablemos de información privilegiada) para haber previsto la escalada imparable del precio del crudo que ha doblado el precio del gasoil, un precio, por otra parte, que no es simple, sino compuesto, y en el que la parte del león se la lleva el propio Gobierno con sus pingües impuestos. ¿Estaría ese gran exactor dispuesto a renunciar a su gabela para aliviar siquiera la suerte de esos huelguistas? No parece verosímil, en especial si se considera que los destemplados gastos derivados de las ocurrencias electoralistas han reducido ya a la mitad el superávit y vaciado la bolsa pública. La situación puede llegar a ser, en consecuencia, no poco dramática, empezando por el desabastecimiento, cuyos primeros efectos se prevén para mañana miércoles a pesar de la previsión del comercio. El telediario tiene, probablemente, tema para rato.
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Dos cuestiones se me vienen, que supongo a tener en cuenta:
La primera es que la principal interlocutora gubernamental es la Excelentísima Señora doña Maleni Álvarez. O sea, que puede pasar de todo. En contra de mi costumbre he visto un rato de telediario, en el que se veía y se oía a la ministra. Pero curiosamente no había coincidencia entre el movimiento de sus labios y lo que su voz pronunciaba. Lo juro por Snoppy. Milagros de la tecnología.
La segunda es que se me ha venido a la cabeza -fíjense cómo se puede ser de retorcida- una noche de enero de 1977. Un señor de CC OO, era al parecer la liebre que buscaban los escopeteros en el despacho laboralista de la calle Atocha. Curiosamente, un tipo que había osado enfrentarse a la ya entonces conocida como ‘poderosa mafia del transporte’. Este del camión ha sido siempre un mundo cerrado, tenebroso y peligroso. Como los yeseros, por poner otro ejemplo. No digo que haya ningún parecido, ni que tenga nada que ver lo uno con lo otro. Pero alguna sinapsis cerebral me ha hecho tilín, ¿seré lerda? ¿Mafias en España, pero a quién se le ocurre?
«los riesgos insostenibles de esta dependencia radical de las fuentes de energía»
«Lo que no supone apostar por la sociedad primitiva..»
nuestro apreciado JA pone una vez mas el dedo en la llaga.
Nuestra sociedad evidentemente es insostenible, y existe un modelo moderno para el futuro, pero los dos principales obstaculos son la estupidez y la codicia humanas.
Buenas noches
PD gracias a Dios el gasoil esta caro, y así se les da una tregua a nuestras pesquerias. A ver si a fuerza de palos nos enteramos que una buena gestión de nuestra plataforma costera -sin vertidos de las depuradoras, entre otros temas- puede darnos de comer pescado sosteniblemente a todos.
Pensábamos que teníamos petróleo aún para unos 10 años, y que teníamos esos mismos años por delante para «organizarnos», pero resulta que ya está la crisis aquí.
Voy a pasar frío este invierno!
Besos a todos!