Soy el primero en comprender que la aplicación del derecho, la jodida e imprescindible Ley, es un asunto inevitablemente formal. ¡Qué sería de nosotros, criaturas desvalidas, sin esa garantía supina que supone el formalismo y nada digo en caso de faltarnos la facultad interpretativa del juzgador! Pues una ruina. Fíjense en el caso que le ha ocurrido al Pocero, esto es, al constructor don Francisco Hernando, que primero fue condenado a cuatro años de cárcel y a devolver a las arcas públicas seis millones de euros que había escamoteado a Hacienda y ahora es repuesto dignamente en su trono defraudador nada menos que por el Tribunal Constitucional. ¿Qué por qué? Pues porque estima el Alto Tribunal que, aunque el Pocero eludió su deber en cuatro ejercicios fiscales, lo cierto es que lo hizo –¡que tío más listo, hay que ver!—a través de una empresa que, según los jueces, era “pura fachada, una entelequia o sociedad refugio” de otra de verdad, razón por la que, estando sometida al régimen de transparencia fiscal, no tenía por qué tributar el impuesto de sociedades. O sea que al final no pagaron no la fantasmal empresa del Pocero ni el Pocero mismo, aquella porque a ver cómo quieren ustedes que pague un fantasma y éste porque, engorilados todos en el trampantojo, nadie le exigió que lo hiciera. Fíjense lo que son las cosas, y reparen en que tan bueno resulta en la vida estudiar como nuestros ropones como pasar de libros y libretas y dedicarse por la cara a la construcción libre de impuestos. No sé, eso sí, qué conclusión sacará de esta historia verídica la miríada de víctimas der Hacienda, esos pequeños y medianos contribuyentes a los que se las hace volver del revés los bolsillos después de cachearlos sin contemplaciones, no ya por seis millonazos de euros, sino por un quítame allá esas pajas. En la Justicia cabe holgadamente la injusticia. Sólo es cuestión de talento por ambas partes y de una fe inagotable en el Sistema. Fíjense si será así que el TC le ha perdonado al Pocero también el IVA que se había fumado. Kafka está vivo y coleando, no les quepa duda.
Menos mal que unos votos discrepantes de la sentencia sostienen que ésta “incurre en las mismas quiebras lógicas y manifiesta la misma falta de razonabilidad que pretendidamente dice corregir”. Ufff, qué alivio. Los firman tres magistrados frente a otros tres pero el voto de calidad del Presidente, ay, decide el milagro a favor del Pocero que, seguro, le estará eternamente agradecido. Y bien pensado a ver qué se podía hacer frente a un fraude aliñado en una entidad fantasma. Está bien que el ingenio gane por una vez. No todo va a ser ir derechos por esta perra vida.
Muy adecuado el texto para un día de Halloween, cuando -como decía la antigua profecía egipcia de Nefer-rohu- los hombres reirán de miedo con la enfermedad de la risa. Me permito aportar otro, de tipo onírico en este caso: http://www.gees.org/articulos/espana-_finales_de_2012_7829
Pero qué vergüenza. Es inconcebible tanta connerie.
ES lo que hay. El Gobierno ha dicho en voz alta que no recurre a gravar las grandes fortunas porque nos quedaríamos sin ellas. Miedo se llama eso, impotencia, mejor. La socialdemocracia es un tigre de papel. De papel moneda quiero decir.
Kathy Dryden Defrauds Alberta Works, Legal Aid and AISH and the court of
Queens Bench