Es evidente que la buena disposición a favor de la paz y la búsqueda de soluciones de convivencia tienen poco que ver, da igual el terreno de que se trate, con el entreguismo y la cesión a la amenaza terrorista. Así, mientras se insiste en la reclamación islamista de la Catedral cordobesa como lugar de culto mixto y en Sevilla se anuncia el acuerdo municipal de ceder terrenos para la construcción de una mezquita, continúa en casi todo el mundo islámico la rigurosa discriminación religiosa dirigida especialmente contra el enemigo tradicional, es decir, contra el cristianismo, cuya última y trágica manifestación ha sido el secuestro del arzobispo caldeo de Mosul, monseñor Raho, comunidad del norte de Irak, cuyo cadáver apareció el sábado tras fracasar la exigencia del rescate impuesta a la familia y comunidad. Se puede enmascarar la realidad como se quiera pero la única verdad es que al menos en veintiséis países de mayoría islámica, los cristianos son perseguidos, discriminados incívicamente y hasta forzados al exilio, como demuestra el millón que ya ha huido de este país en guerra, pero también la proscripción que padecen en países como Arabia Saudí (donde prácticamente han desaparecido bajo el wahabismo), Yemen, Indonesia, Pakistán, la propia Turquía que pugna por entrar en Europa o, por supuesto Irán, en los que rigen leyes anticonversión que castigan con la muerte al converso o normas decimonónicas que impiden la construcción de iglesia o la someten a condiciones prácticamente insuperables, aparte de prohibir en absoluto la manifestación pública del culto. ¿Qué ocurriría en Londres o en Estepona si un imán fuera raptado por fanáticos cristianos y su cadáver apareciera sin vida semienterrado en un descampado? Dejemos que sean los otros fanáticos, los que predican la “alianza de civilizaciones” quienes respondan a esta pregunta de respuesta tan elemental. xxxxxLa libertad religiosa es un privilegio de las democracias a cuyo amparo se acogen religiones legítimas pero también fanatismos que ya nos han demostrado su peligrosidad y que no se recatan a la hora de descubrir su propósito de destruir lo que despectivamente llaman “el diablo Occidente”. No hace falta recurrir al caso del famoso imán de Londres para ilustrar el hecho de que esa ferocidad y esa determinación se refugian y fomentan en el ámbito de las mezquitas, al tiempo que crece la intolerancia contra los cristianos en todo el ámbito islámico en el que el cerco se estrecha por momentos (véase el caso de Líbano o del propio Egipto) por no hablar del área subsahariana. No falta quien sostenga que la facción fanática del Islam –a la que no cabe menospreciar a estas alturas como una simple minoría inoperante– sigue la estrategia de instalarse en los países democráticos al amparo de un derecho que ella niega brutalmente a los demás en sus países de origen. ¿De qué diálogo hablamos, entonces, cómo esperar un acuerdo con esas teocracias en las que la ‘sharia’ determina sin trabas lo que la ley impide limitar en las democracias? El cadáver de ese arzobispo, como los duros sucesos de Alejandría, las insufribles presiones de Irán o las persecuciones generalizadas en ese inmenso mundo, dejan en evidencia a los ingenuos o interesados que propugnan una tolerancia sin la menor reciprocidad, un régimen libre en virtud del cual yo tenga que oír cada mañana y cada tarde al muecín vecino mientras los incontables radicales de esa “religión de paz” ponen bombas en el metro de Londres, vuelan las Torres Gemelas o los trenes de Atocha, persiguen fieles hasta el exilio y raptan obispos. En los Emiratos Árabes va a inaugurarse estos días la primera iglesia consentida por el wahabismo saudí, pero eso es algo impensable en el resto del Islam. Empezando por el papa, Occidente debe decidirse de una vez a dejarse de fantasías y, en especial, de ese intolerable disparate que es la tolerancia sin reciprocidad.
Me llega la noticia de un suceso luctuoso que afecta a la familia de nuestro anfitrión.
Seguramente no disponga hoy de tiempo ni humor para leer nuestros comentarios. No creo equivocarme si le dejo aquí la expresión colectiva de nuestra condolencia y el afecto que nos inspira traducidos en un abrazo.
«Se puede enmascarar la realidad como se quiera pero la única verdad es que al menos en veintiséis países de mayoría islámica, los cristianos son perseguidos, discriminados incívicamente y hasta forzados al exilio,….»
*********************************************************
Tarek Aziz ministro de Asuntos Exteriores durante el régimen del sátrapa laico y socialista Sadam Hussein.
Y ahora viene la contradición: ¿Como es posible que un régimen que tenía en su seno a un cristiano, en la cartera de Asuntos Exteriores fuese derrocado, llevando a la muerte a 600.000 personas, cinco años de guerra, desolación generalizada y mantenimiento imposible de preservar el orden, que además tendrán que abandonar algun día si quieren acabar con las matanzas diarias y dejar el territorio como un gran desierto.
Vaya mi solidaridad para contigo, amigo JaGM, si es cierto que pasas un mal momento familiar.
¡¡Que los dioses te libren de los aduladores compulsivos!!
Desde Mazarrón un saludo
Gracias por la columna, por la noticia del asesinato de monseñor Raho, completamente callada, por lo menos en los medios franceses. Actualmente, los cristianos somos los únicos de quienes está bien visto mofarse, profanar las tumbas,asesinar a los obispos, confiscar los bienes, castigar las conversiones, impedir todo proselitismo, y presionar los fieles de mil formas diferentes. Quizás paguemos por pecados pasados pero creo sobretodo que pagamos nuestra cobardía actual.
xxxxxxxxxxxxxxxxxx
Mis más sinceros sentimientos de compasión y respeto.
Mi condolencia también, desde este sitio, a José Antonio.
No es adulación y menos compulsiva, buen Abate, pero es cierto que ja ha perdido a alguien de su familia política a la que bien quería. Hemos de respetarle y, quien lo crea conveniente, acompañarle y estar con él.
Amigo.
20:42
Mis condolencias y un abrazo para nuestro ja y señora.
+++++++++++++++++++++
El contenido de la columna y los argumentos son tan evidentes que sobra cualquier comentario que se me pueda ocurrir.
Mi dilecto don Páter, creo haber advertido por algunas de sus intervenciones en este casinillo, que su Reverencia lleva años en el oficio. No sé por qué pienso que debe tener buenas aldabas y amplios contactos. Por ello, una servidora en su humildad le solicita que interceda ante Su Señorito para que el Santo Espíritu conceda a este buen Hombre algunos de sus dones: paz y paciencia, sobre todo pues posee la inmensa mayoría de los otros. Es posible que carezca de alguno de los doce, pero tampoco van a exigir a la puerta del Reino que todos los puntos de la timba consigan las siete y media.
Usted que sabe y puede, rece hoy por todos nosotros.