Los piratas somalíes que tienen aterrorizado el tráfico marítimo en sus aguas han cometido el error imperdonable –desafiar a los EEUU—y los EEUU han contestado, como ellos suelen, con una severa reacción que no excluye una primera guerrita de el era Obama contra las bases piratas en aquel país. La contundente acción llevada a cabo por la marina para liberar al capitán capturado (abatidos los tres piratas a la voz de ¡ya!) ha sido, por supuesto, una demostración de la reconocida voluntad americana de no permitir ataques de ninguna especie contra su país, pero también un aviso a los navegantes para que no le tomen a Obama el número equivocado. El fantasma de Al-Qaeda en la zona y la gravedad creciente de la actividad bucanera –“una criminalidad del siglo XVII enfrentada a los medios del siglo XXI”, según Hillary Clinton—han hecho ver de pronto y sin ambages que la posibilidad de una intervención militar yanqui no ha de tomarse a título de inventario sino como una opción más que plausible: si hay algo que no se discute en esos EEUU es el derecho a la seguridad de su nación, y la guerra, incluso la preventiva, es un instrumento que nadie cuestiona por aquellos lares cuando ese derecho es amenazado. El error de cálculo de los piratas puede acabar saliéndole por un pico no sólo a ellos sino a la expectativa de paz introducida por el flamante Presidente en su proyecto pacificador.
No era lo mismo, a la vista está, abordar barcos españoles o griegos que desafiar al Imperio. Por esas aguas transitan a diario no sólo una enorme cantidad del petróleo que consume el mundo sino los innumerables productos que mueve el comercio entre Oriente y Occidente, lo que constituye una razón añadida al principio de intangibilidad del derecho americano que por sí mismo justifica, para ellos, la intervención armada. El problema es que, por más que nadie va a oponerse previsiblemente a una acción expeditiva de esa naturaleza si continúa la acción de los piratas, una invasión en regla de las bases que en tierra tienen los mismos, no dejaría de ser un mal paso en el proyecto de paz de que se espera de la nueva era. Puede, pues, que el principio del fin de la intervención en Irak se vea ensombrecida por una primera guerra del mandato de Obama que, eso sí, contaría con pleno apoyo, de momento, dentro y fuera de su propio país. Los del XVII, en efecto, tenían buen cuidado de no asaltar barcos según qué banderas, incluso si contaban con el apoyo oculto o explícito de alguna armada real. Estos chiflados no han tenido en cuenta esa ley del mar escrita sobre el agua pero observada con rigor en todo tiempo. Puede que lo paguen caro. Lo que no sabemos es cuánto habrán o habremos de pagar los justos por esos pecadores.
Es obvio que se están equivocando al atacar a los EEUU. No comprendo, de todas maneras. cómo es posible que un problema tan elemental no sea resuelto por una acción conjunta más eficaz que la puesta en práctica ya por varios países.
Si los yanquis acaban invandiendo las bases de los piratas nadie podrá quejarse y supongo que la mayoría de la opinión pública mundial estará de acuerdo con su acción.
No se olvide que Somalia acaba de instituir la charia como ley única de un Estado teocrático. Si creen que coin esa gente se puede hablar en serio es que están locos.
Un problema que no es nuevo. Viene desde hace un par de décadas en otros mares, pero es verdad, como dice la Clinton, que no se comprende en los tiempos en que vivimos, por grande que sea el tráfico en la zona, y por complicadas que sean las relaciones en y con esos países. La advertencia hecha sobre el caso de Somalia viene muy a cuento.
Error imperdonable, para ellos, que nos viene muy bien a los demás para que los americanos nos vuelvan a sacar las castañas del fuego haciéndonos el trabajo sucio que nosotros no nos atrevemos a hacer.
El señor que se reía de la reconquista de la isla de Perejil está ahora muy calladito.
Hasta donde se sabe, el botín pirata es uno de los pocos, si no el único, medio de subsistencia de esa nación más que pobre. Al parecer nadie se pregunta qué lleva a unos desesperados a buscarse la vida poniendo la suya en juego. Cierto es también que recurren a medios que ignoran todas las leyes, las escritas y las que no. Pero debe ser muy angustioso pasar hambre de lunes a domingo. En esto, como en casi todo, me resulta muy difícil tener una idea clara de dónde esté la razón.
No anda manco el anfitrión en historia de la piratería, por lo que sé como lector suyo, y por eso deduizco que sabrá que piratería hubo siempre y siempre al amparo interesado del Poder, lo mismo en China, el Mediterráneo, en el Caribe, en los Mares del Sur o ahora en el Cierno der África. SDE acabaron todas cuando el Poder quiso. No el Poder perjudicado, sino el protector, el que daba el «corso». De modo que essa posible guerra contra las «bases en tierra» (es decir, contra Somalia país islamizado y radical) no es ningún desvarío.
Hace tiempo que esperaba esto. Es una fortuna para todos que esa basura del mar haya metido la mano en el avispero, como bien señala el artículo. Ahora van a saber seguramente lo que nunca hubieramos sabido de continuar atacando intereses de países medianos y más chicos. Una buena noiticia que seguramente se apuntará en su´día la ministrita con edecana que disfrutamos en España.
Interesante y lógica reflexión, la de hoy. Tambíén hay que considerar las circunstancias penosas en que se gesta esa delincuencia tan audaz, las características de ese país, Somalia, en el que la miseria es norma y la desgracia, hábito. No trato de justificar a los piratas. Sólo de sugerir que, aparte de la guerra preventiva, habría que tomar otras medidas si de verdad fuéramos tan humanistas como pregonamos.
Me van a perdonar pero creo que no hay más que un remedio: leña al mono. Aunque lleve razón el Páter. La piratería es una de las formas de violencia más atroces que cabe imaginar.
Me siento orgullosísima de sentirme partícipe al pleno en la comunión de los santos hoy con usted, mi Reverencia. Sólo mi duda anngustiosa permanente nos separa. Aun siendo la más abyecta de las pecadoras. Pídale a su Dios que tenga piedad de mí.
es la ley de la selva gana el más fuerte y desde el punto de vista ofensivo EEUU tiene todos los ases en la manga. un saludo Don Jose Antonio