Un grupo de cachondos ha logrado en Internet la hazaña de reunir en un santiamén nada menos que 200.000 admiradores del culo de Pippa Midelton. El hecho no es más que un epifenómeno del éxito catódico de la joven dama en el bodorrio de su principesca hermana Kate, ciertamente, pero a mi parecer ilumina de modo desconcertante el caprichoso panorama de esa estimativa global que, por encima de razas y fronteras, se está demostrando de lo más vulnerable. ¡Doscientos mil desocupados consagrando su entusiasmo al culo de una joven apenas entrevisto bajo el vestido marfil en las diversas poses que, como dama de honor, debió adoptar durante la ceremonia! Es posible que estemos ante el ejemplo supino de la mitomanía de una sociedad homogeneizada que vegeta en la cuarta dimensión de la Red, dispuesta a iniciarse en cualquier culto que se le proponga y para cuya perceptiva lo mismo vale una grandiosa escena que un gesto mínimo, la ejecución sumarísima del terrorista más buscado que las nalgas de una pija calculadamente exhibidas. Hasta ha habido, a la sombra del pelotazo virtual, su poquito de negocio, centrado sobre todo en la venta de “productos derivados” de esa imagen sagazmente sublimada en prendas íntimas, y, ya de paso, alguien se ha lo ha llevado crudo con un “récup” o foto pasada en la que ese icono súbito aparece en sostén y falda o bailando en situación comprometidas con un colega en calzoncillos. Y por supuesto, han surgido como por encanto las ofertas culturistas que ofrecen lograr con sus métodos exclusivos un culo como el de Pippa que, por otra parte, algún destacado experto sugiere que es hereditario, para lo que invoca — a mi modo de ver las cosas, me manera no poco impertinente– la comparación con el de su santa madre. Ya ven la que puede ocasionar un culo bien puesto y exhibido, eso sí, en situación tan privilegiada, aunque un mínimo de discreción obligue a ver en el suceso una prueba añadida de la decadencia de Occidente que deja la teoría de Spengler a la altura del betún.
Hay quien ha visto en el caso la superación de la estamental visión nobiliaria por una simple “culocracia” capaz de ordenar valores y prestigios sociales a partir de las curvas traseras, y hay que reconocer que, siquiera como chiste, la ocurrencia funciona no poco bien y más que va a funcionar si, como se prevé, el club de culoadictos mantiene se inusitada progresión como una epidemia de hipnosis rijosa suavizada bajo el astuto diseño de Sarah Burton que, por cierto, era precioso. Pero el caso es que todas las estrategias basadas en el rostro de Kate se han ido al traste en cuanto la hermana ha marcado con estilo el perfil de su “derriére”.
Interesante. Pero aconsejo a los amigos que primero vean el culo en cuestión y luego opinen, ya bien informados. ¡Fenomenal, creanme! Aunque yo me pregunto si no habrá sido una jugada no darle la oproutnidad a la hermana prinecesa de enseñar su «derrière» a los fotógrafos. Ya puestos, hubiera sido lo suyo, creo yo.
Jo, don José Antonio, que de bruit pour un seul derrière, si me atrevo a decir o qué de nueces para un mero culo! Me ha dejado usted de piedra! He visto fotos de la señora en cuestión y me ha parecido agraciada, no sólo en la parte trasera y en curvas sino en todo, pero de ahí a consagrarle todo un artículo , es demasiado honor. Se nota que es usted un hombre y no un puro espíritu…..
Besos a todos!
Lo que ja sugiere no es su afición masculina, como parace creer doña Marta, sino el fenómeno de 200.000 admiradores/amantes súbitos como han aparecido en Internet. Yo creo con él que este mundo necesita cada vez más sus propias fantasías y sus popios mitos, y el ejemplo del culo de Pippa es una buena demostracíón de ello. Por lo demás, reconozaca, doña Marta, que es un culito nada común, el de doña Pippa…, mejorando los presentes.
La gran derrotada ha sido la hermana princesa, como pasa siempre en los cuentos de hadas. «Espejito, espejito, quién tiene el culo más bonito qoue yo»…
Me encanta lo de «derrière». ¿Se han fijado que los afracensados se peinan siempre para la izquierda?
No sé qué habrá sido del caso en Argentina donde, como sabe y ha contado alguna vez jagm, esa palabra es tabú. Les debe de haber encantado lo de «derrière» tanto como a nuestro amigo Ender, pero yo creo la columna ahonda mucho más ya detrás de otros significados. Aparte de todo, a mí al menos me ha hecho mucha gracia.