La operación contra Bin Laden, de la que vamos conociendo ya multitud de detalles, semeja, superándola, a la mejor película de acción. No creo que haya ni un solo director capaz de aceptar un guión tan perfecto y acabado, un golpe de mano tan preciso, con su admirable logística, su perfecto despliegue, la agilidad de los movimientos, el tino de sus descargas y, en fin, el cierre magistral de la operación en una retirada a misión cumplida que redondea su acento épico con el sepelio marino del liquidado. Ni un director que aceptara un guión semejante, digo, ni menos un productor que arriesgara su pasta por un relato que, precisamente por impecable, no habría de tragarse la inmensa mayoría de sus futuros espectadores. No cabe duda: el arte supera a la realidad, nos pongamos en plan Wilde o en plan René Clair. ¿Quién hubiera imaginado ese chalé desangelado, esa modestia hogareña, ese avejentado espectador siguiendo las noticias con el telemando mientras a su alrededor hervía el puchero restallante de los celos concubinos? No, no me venga nadie con el cuento de que eso, visto en una peli, hubiera resultado creíble, dada la imagen mitificada del fugitivo. Esos héroes de la SEAL, marines de élite –que es como decir exquisiteces de la delikatessen o excelsitud del santo—no son personajes de película sino arquetipos ideales, iunguianos si me apuran, encarnaciones fenomenales y superadoras de la ilusión del inconsciente colectivo. El pragamtismo yanqui, hijo bastardo del recto sentido de lo real, se ha pasado de maracas en esta ocasión hasta el punto de parecernos pura épica. Si Robert Aldrich hubiera visto este reportaje antes de rodar sus propias odiseas, seguro que Lee Marvin le hubiera parecido un membrillo o un lila. Lo de los cañones de Navarone al lado de lo de Islamabad queda a medio camino entre el ejercicio y la chapuza.
¡El arte, el arte, y sólo luego la realidad! Esto no es manifiesto idealista por mi parte sino más bien la constatación de algo que yo creo que acabaría aceptando mucha gente, a la vista del magistral y célico montaje de esos superagentes! Al margen de juicios morales, ni qué decir tiene, fuera por completo de valoraciones éticas, quiero decir, porque al fin y al cabo una operación perfecta no justifica un asesinato y cuanto de él cuelga. Y cómo será la cosa que cuando al fin hemos visto la clásica cueva donde también vivió el monstruo casi nos ha costado sacarlo mentalmente de su guarida burguesa para devolverlo a su paisaje natural. No hay que tener prejuicios ultrarrealistas. El video del golpe triunfal resulta más auténtico en su burocrático rigor que la sublimada victoria de Aquiles.
Desde luego que si no lo veo no lo creo: Mi pregunta es por qué han tardado tanto en hacerlo, si es que lo han hecho ahora… Esa película superaa a las que pudieran discurrir los más atrevìdos realizadores.
Gran acierto. Nadie podíam imaguinarse una «película» como la realidad del hhalazgo y liquidación de Bin Laden. 007 era un aprendiz al lado de estos especialistas, aparte de que si hbiéramos visto en alguna de sus pelis algo semajante a lo de Islamabad, no lo hubiéramos tragado.
Sí, una película, pero de esas emocionantes que nos ponen los pelos de punta y nos hacer deleitarnos son su justiciero desenlace. No se la pillen con papel de fumare, please, que cepillarse a ese monstruo hideputa entra de lleno en cualquier guión moral.
No he visto la pelicula , pero me choca el lenguaje empleado por la Niña Chole y no sé si don José antónio esta de guasas o está en serio. ¿No es posible que la novia se pase de guapa y que la peli sea un buen montaje a posteriori?
Besos a todos.