Resulta interminable la relación de escritores que en 2013 cumplen su centenario, bicentenario o tricentenario. No está el horno para bollos, ciertamente, y me temo que muchos de ellos, en fin, los más importantes, pasen desapercibidos o festejados con medio cohete. Cada uno tiene en esta materia, como en todas, su alma en su almario, y yo, con la mía tengo también mis previsiones prioritarias: Diderot, Kierkegard y Camus. Los centenarios sirven (deben servir) para poner al día lo que sabemos de un talento o la huella que de él comprobamos en nuestros países respectivos, pasado el tiempo y ampliada la perspectiva. ¿Habrá quien valore el, a mi juicio, enorme influjo de Diderot en las ideas y en las formas literarias modernas, habrá quien sea capaz de rastrear en esa influencia suya ciertas líneas dominantes de nuestra narrativa y un seguro imperio ideológico que todavía hoy es fácilmente detectable? ¿Y de Kierkegaard, habrá quien se vuelva para valorar el impacto del gran razonante de “Temor y Temblor” sobre ese existencialismo que, a estas alturas, es quizá la aportación más mollar en ese existencialismo que hizo de colchón en los feroces años de la postguerra mundial? En cuanto a Camus, es de esperar más ruido que nueces, ese movimiento de gloria en el que François Jacob no veía otra cosa sino una estrategia de la mala conciencia no lectora, acaso algún tardío ajuste de cuentas sobre su polémica con Sartre o, simplemente, el atractivo del chafarrinón en que unos y otros convirtieron su suicidio.
Los balances de siglos –y el XX está demasiado cercano, a la vuelta de la esquina—rara vez son justicieros, quizá porque el único juicio válido sobre cada creador, a pesar de la falta de perspectiva, sea el de sus contemporáneos. ¿Hay hoy alguien en Europa con quien establecer parangón con los maestros citados? Desde la Real Sevillana de Buenas Letras nos esforzamos por rendirle a Camus siquiera un mínimo homenaje pero Camus queda lejos, conservado en el formol de su pesimismo humanista, ajeno (o eso parece) a la actualidad que nos arrastra sin permitirnos entrever apenas su decisiva herencia. Él lo sabía: “Estoy convencido de que este mundo no tiene sentido superior, pero creo que hay algo en él que sí lo tiene: el hombre”. Camus es el humanismo señero del siglo XX. Algunos lo sabíamos bien incluso mientras lo negábamos atrapados en otras ortodoxias. Camus cumple cien años. Sus ideas son milenarias.
Será una raya en el agua si logran ustedes (me figuro que más bien usted) conmemorar a Camus en Sevilla.
Noble empeño el suyo, don gz Marín, noble y me temo que inútil. Vivimos en la ignorancia creciente, lo que quiere decir que será absurdo esperar buena memoria. Pregunte usted a los prof universitarios, o a los de Media, y ya verán lo que le dicen. Personalmente me siento tocado ante este gesto suyo de empecinamiento cultural.
Usted renuncia voluntariamente a tener muchos lectores, perdone que se lo diga, y yo desde luego considero su actitud como se merece. ¿No ve usted lo que hacen sus compis al elegir los temas? Dudo que un periódico siga sirviendo, como servía hace muchos años, para divulgar la Cultura o mantenerla viva. Claro que usted dirá que por intentarlo que no quede y yo me quito el sombrero.
Veo que no olvida usted a sus mitos. Eso quiere decir que sigue joven y activo. Un abrazo
Prisca Torres