Hace mucho que dura la discusión pero seguimos sin saber a qué atenernos. ¿Es peligroso para la salud el alimento transgénico? Si lo es ¿cómo es posible que protejan su cultivo los propios Gobiernos? Y si no lo es ¿cómo entender que la explicación solvente no acabe de llegar? La última noticia sobre el asunto es la prohibición alemana de cultivar –“por decisión científica, no política”—cierto maíz modificado genéticamente al que se le habrían implantado genes de una bacteria productora de una proteína capaz de matar a los insectos que asedien a la planta, una decisión especialmente grave para nosotros dado que ese maíz es, precisamente, el más plantado en España, el único país de la Unión Europea que mantiene su apoyo oficial a esos cultivos mientras Francia, Italia, Austria, Polonia, Grecia, Rumanía o la propia Alemania mantienen políticas restrictivas frente a ellos. La oposición a la novedad –a los “novatores” decían nuestros clásicos—es tan antigua como la crítica social, pero no hay por qué creer que implique en sí misma una actitud regresiva pues bien sabemos que el progreso general, junto a su imprescindible aportación civilizatoria, contiene efectos indeseables que no cabe ignorar por mero prurito ideológico. Esta es la hora, en todo caso, en que seguimos sin saber a ciencia cierta si ese avance decisivo que permite modificar a voluntad los productos destinados a la alimentación es inofensivo además de ganancioso o no lo es, de la misma manera que continuamos sin disponer de información tranquilizadora sobre los posibles efectos antiecológicos, acaso irreversibles en muchos casos, que se vienen denunciando. Nada menos cierto, a estas alturas, que el adagio de que “con las cosas de comer no se juega”. Se juega y, probablemente, en una timba decidida a no revelar los secretos de su ruleta.
Pero ¿es o no es peligroso alimentarse con esos productos por los que han apostado países tan importantes, entre ellos el nuestro, haciendo oídos sordos a un extendido clamor que exige seguridad en la información sobre una cuestión tan elemental? Hay no pocas incógnitas en el aire, desde luego, pero hoy no cabe ya mantener el argumento de que la nueva técnica se justifica por su eventual aportación a la lucha contra el hambre, pues son de sobra conocidos sus efectos tanto sobre la creciente dependencia de los países necesitados como sobre el empobrecimiento efectivo de las zonas cultivadoras. No es fácil explicar el impávido apoyo de un Gobierno como el nuestro a estrategias productivas que están siendo reducidas en toda Europa o mantienen un enérgico pulso incluso en los países que las exportan. No saber siquiera, en definitiva, si lo que comemos es inocuo o peligroso, aparte de ignorar si entre tanto se están produciendo daños sin remedio a la Madre Naturaleza. Las más avanzadas democracias modernas mandan comer y callar a sus ciudadanos, libres para tantas cosas pero no, ya ven qué absurda excepción, para informarse medianamente sobre lo que los acecha en el plato.
Otro tema apasionante más por cuanto tiene de enigma provocado que por sí mismo, ya que tengo el convencimiento de que la autoridad (los Poderes) conocen de sobra la realidad. ¿Por qué no hablan claor entonces? El sentido común dice que porque la Ciencia les ha dado una respuesta intranquilizadora, en el mejor de los casos. Mientras no hablen claro, tendremos derecho a quedarnos con esta filosofía que debe de ser la que inspira a Europa a mantenerse al margen en lo posible. Otra cosa es que el futuro nos lleve sin remedio a la transgenia. Pero el futuro no es hoy a la hora de comer, por supuesto.
La CNB (Comisión Nacional de Bioseguridad) es el organismo gubernamental para toma de decisiones en materia de transgénicos. Supuestamente científico, de sus 46 miembros sólo 7 lo son, la mayoría de todos ellos claramente a favor de la industria de transgénicos cuando no directamente relacionados con sus lobbies. Y en el supuesto de que todos ellos lo fueran ¿tendríamos que aceptar sin más el papel de meros cobayas de la Ciencia y del Mercado? En la cúspide predatoria por la avidez acaparadora pueden poner a Monsanto que seguro que se desvive por la salud alimentaria de la humanidad, ya que a nuestro gobierno “socialista” le importa un bledo pasando olímpicamente del resto, pruebas a cientos.
Es curioso: éste sí que es un tema del que habla la «basca» aunque, por supuesto, sin saber ni bien ni mla de qué está hablando. El ecologismo difuso entre los jóvenes (ecológicos en todo menos con ellos mismos) tiene estas cosas, cuyo centro acaba de incicar Caleuche: la ambición y el poder de las multinacionales que cuentan con la complicidad de los gobiernos. No ha habdio una polémica aliemntaria que no se haya diluido sola antes o después. Esta de los transgénicos no será seguramente una excepción.
Señora mía, para difusa y mala ostia la suya. Gracias por lo de joven, se agradece a mi edad.
Igual me paso de reduccionista pero tengo la impresión de que la polarización ideológica actual, con toda su carga de contradicción de parte y parte, reparte sus filias y fobias hacia la investigación genética según se aplique a seres humanos (o vivos, al bibianesco modo) o a cosas de comer.
¿Cómo podemos asustarnos con una línea de investigación y luego asumimos como normal la otra? ¿no son los detractores de los cultivos trasgénicos los que encuentran menos objeciones a los trasteos genéticos en embriones, y viceversa?
saludos
La pela es la pela.
Tomado al pie de la letra no entendemos la reacción de Caleuche a nuestro comentario, que le aseguramos que fue muy afectuoso. En fin…
Buena cuestión, mejor planteamiento. Contra tanto elogio «literario» como recibió ayer, yo le agradezco más estos ensayitos tan instructivos. Creo que con ellos hace usted una muy buena labor de divulgación de materias no precisamente vulgares.
Lamento mi ausnecia de ayer (ya excusada por un amigo), pero debo decir que me encantó el tema y que siento discrepar del señor Malaspina pues me parece evidente que cuando ja esta´de humor y se deja arrabatar por su estro hacia temas y problemas más sutiles y «literarios», hace sus mejores faenas. No significa esto que la «otra» oreintación, la práctica digamos, no sea valorada por mñí y por muchos, como suele estar a la vista, sino que, en medio de este mudno prosaico, esa «literatura» se agradece muchísimo.
Bueno, Dª Clara no me venga con esas que los mas o menos asiduos ya nos conocemos y algunos me dá que la traen calentita por lo menos desde la semana por motivos que todos sabemos. A mi plín.
En cuanto a lo de hoy, pues evidentemente tengo mi posicionamiento al respecto desde hace más de veinte años y no espero gran cosa, sobre todo si la táctica es ladrillazo sin más.
Saludines.
…semana pasada…(sorry)
Los transgénicos son sólo una parte del problema agroalimentario.
Desde luego está claro que una proteína insecticida no debe ser buena para el consumo humano pero no queda ahí la cosa. Se ha detectado en algunos alimentos una extraña proteína que resultó ser de escorpión que no tiene por qué ser peor que la insecticida pues es conocido que algunos primates los cazan y los devoran con fruición pero el problema se convierte en gravísimo cuando producen alergias en algunos humanos cuyo origen es casi imposible averiguar.
No conozco a ningún médico que pregunte a sus pacientes si han comido escorpión o insecticidas.
Creo que las proteínas insertadas en los alimentos son muchísimas y de las más variadas procedencias.
Hoy se le prohibe al frutero barrer el suelo con serrín porque puede proceder de tableros de aglomerado mientras nos puede vender cualquier guarrería que produzca mejor rendimiento agrícola.
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Otro problema no menor es la rápida desaparición de la mayoría de las variedades de cultivo tradicional y el monopolio del comercio de las semillas que ejercen las multinacionales del ramo a través de los híbridos que hoy son casi todo lo que se siembra y que impide que el agricultor pueda producir sus propias semillas.
Gracias don Griyo por la puntualización. Casi con la dependencia del agricultor a la Monsanto ( ver la catastrófe en la India y como escurriron la responsabilidad, esos asesinos) me basta.
Por otra parte, sin duda me meto donde no me llaman pero yo tampoco entiendo la reacción de mi don Caleuche. aquien tanto aprecio.
Un beso a todos , y en especial a mi doña Clara y a mi don Caleuche
Mis disculpas, primero a Dª Clara y por supuesto a mi querida Dª Marta y a todos los casineros. Mal día que tiene uno.
Pero leyendo a D. Griyo (gustazo da) ahí queda esto: de las 100.000 ha de cultivo de maíz transgénico MON-810 que hay en Europa en la actualidad, 80.000 están en España. Asebio, organización pertenciente a EuropaBIO, y financiada por Monsanto y Merck estaba presidida por Cristina Garmendia hasta su llegado al Ministerio de Ciencia e Innovación. Ya me gustaría esa fidelidad con otros sectores más necesitados. Como dice el título de la columna: come y calla.
Besos a todos.
Todo esto se soluciona con impuestos y sino que so lo digan a los gabachos. un saludo
No tan fácil, dom Vicente, que «esto» es parte fundamental del PROGRESO efectivo de la especia, mejor, de la Civilización (de la nuestra), y ello hace más difícil la tarea de reconducir ciertos proyectos. El dato de la ministra Garmendia que da Caleuche, de ser cierto, es tremendo, aunque esrtamos ya hasta el gorro de noticias como esa, por ejemplo, a ver quién era el mayor beneficiado de la guerra de Irak sino uno que estaba a medio metro del presi. Siempre es así, aunque no hace falta que se trate de un personaje político en sentido estricto. La smás de las veces esos «dueño del mundo» van en sus yates contando por esos mares que ellos son apolíticos…, como Lola Flores.
Interesante como pocos días tan estupenda tesis y tan buenas reflexiones de los blogueros. Este tema no vamos a solucionarlo de aquí a mañana, claro es, pero aquí se han ducho ya y espero que se añada todavía cosas muy interesantes. Me gusta comprobar que este casino, sin ser ultraprogresista tampoco es conservador, sobre todo cuando lo que se discute es un tema de tanta importancia y al que le queda tanto «desarrollo» como dicen los tertulianos.
Por cierto que acabo d ever y escuchar las «barbaridades» que el anfi se permite decir con su autoridad y jugándose literalmente el salario, en Canal Sur, una emisora del régimen en la que esta misma mañana ha dicho lo que stedes pueden oír su visitan la página http://www.canalsur.es .
¡¡¡¡Más madera!!!!
http://ecodiario.eleconomista.es/salud/noticias/485785/04/08/Regina-Revilla-releva-a-la-ministra-Cristina-Garmendia-en-la-presidencia-de-ASEBIO.html
http://www.gastronomiaycia.com/2008/11/19/video-el-mundo-segun-monsanto/
Y de páginas pijitas para que no se diga. Peace, love..
Hay un montón de cosas de las que no sé nada pero hoy hablan sus señorías de algo que sobrepasa los límites de la ignorancia. He oido lo que todo el mundo de los transgénicos.
Me he enredado en la red, intentando buscar pros y contras y les juro por Snoopy que después de casi un par de horas, sigo casi igual de ignorante. Los eco hablan de fantasmas inidentificados, de posibles catástrofes y cosas así. Los pro solo ven ventajas. Así que.
Mensaje en una botella, 17 de mayo de 2009.
“…He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:3-9)…”