Es verdad que la ministra Montero (la mayor de las dos homónimas) tiene poco bagaje que aplicar en la vida pública aparte de su ramalazo arrabalero. La misma que, reclamando todo lo reclamable, fue azote del Gobierno del PP mientras pululaba como consejera en la Junta, cambió sin contemplaciones de chaqueta cuando la llamaron el Gobierno de Madrid, desde el cual ha regateado a la inesperada “Andalucía del cambio” todo lo regateable. Y ahora –arrabalera como siempre—ha elevado el tono mitinero para achacar el retroceso andaluz en riqueza por habitante, a la exigencia de la Junta ante las trapacerías del actual Gobierno, en la que ella ya no ve justas reclamaciones sino “confrontaciones” maliciosas. Y todo eso forzando el diapasón, gesticulante y desmelada como ella sola, con la misma insolencia que la caracterizaba cuando lo forzaba desde aquí.