La RAE, según tengo entendido, ha desaconsejado el uso público –presidencial, incluido— del palabro “desescalada”, anglicismo contrahecho que nada significa. Ya sólo falta que otras Academias, por ejemplo la de Ciencias Morales y Políticas, tome cartas en el asunto y alerte al Gobierno del fantasma del caos (Ignacio Camacho) que podría suponer y está suponiendo de hecho la flexibilización del encierro colectivo en aras de un rearme de la economía productiva. ¿Chapuzas? ¿Y qué cabía esperar de estos chapuceros que han hecho del Parlamento una asamblea de Facultad enloquecida con el señuelo del “leninismo amable”? La inexperiencia de ese Gobierno (González dixit) no sólo está arrasando institucionalmente la democracia sino que amenaza con precipitarla, con nosotros dentro, por la barranquera la ocurrencia y la improvisación.