Si será feo el asunto protagonizado por el redactor de Canal Sur que teledirige la tele de Gibraleón sin moverse de su despacho, que hasta un probado tragasables como el director del ente ha decidido abrirle desde Sevilla un expediente o, por lo menos, eso es lo que el tragasables le ha dicho al prescindible y bienpagado Consejo de Administración de la radiotelevisión pública que nos está arruinando al tiempo que envileciendo. Claro que no se explica por qué ese investigado sigue en su puesto, pero lo que uno se pregunta es cómo, llegado el caso, se podría sancionar a quien, vulnerando lo que queramos, no ha hecho, en última instancia, más que seguir las instrucciones políticas del partido al que sirven él y su mujer, esto es, al rival del que servían antes del golpe. Porque tampoco es cosa de creer que un redactor de Canal Sur se lanza por su cuenta y riesgo a semejante aventura si no es porque se siente respaldado y, verosímilmente, comisionado por quien manda en sus alturas. Ya estaría bien con que se sancione como es debido al aventurero, desde luego, pero hacerlo dejando a salvo a los inductores –y eso no tiene remedio– no deja de ser una injusticia más.