Se acabó el disimulo: al enemigo, ni agua y al amiguete, lo que se tercie. El cinismo sanchista ha dado la vuelta a aquel “café para todos” acuñado durante la Transición autonomista y que se atribuye al profesor Clavero –primer dimisionario del santoral político— para sustituirlo por su “café para algunos”, renuevo podrido del árbol peronista que prometía “al amigo, todo y al enemigo, ni justicia”. Se le niega a Andalucía lo que (mediante trato, claro) se le concede al País Vasco; a Andalucía se le refuerza el cerrojo mientras a la rebeldía catalana se le acepta esa majadería sonrojante que es lo da la “fase 0’5”. No hay cacerolas ni sufragios bastantes para protestar contra este abuso que luce el (des)Gobierno como si de una virtud se tratara al tiempo que destruye calculadamente nuestra costosa democracia.