La ministra de Educación, vástaga de un árbol sabio e influyente, no puede con el ramo. Ahora acaba de salir a la palestra para anunciar que los alumnos de BUP que tropiecen incluso cuatro veces en el mismo curso podrán matricularse en asignaturas del siguiente, dado que lo contrario, a su juicio, podría ser una “invitación al abandono”. A eso le llamo yo, y le llama mucha gente, entregar la cuchara. Vamos a ver: para empezar, la media española de fracaso escolar supera en diez puntos al menos la europea, pero si desmenuzamos los datos para ver de cerca el caso, comprobamos que un tercio de los alumnos de ESO obtiene resultados negativos, que más o menos la misma cantidad repite curso, que algo más no acaba ese ciclo, que casi la mitad no supera el bachillerato y que la mitad cumplida abandona en la universidad. No querer reconocer este batacazo colectivo, continuar ignorando que su causa está en la normativa, es un reflejo que se comprende en el político pero que no tiene pase en el responsable de la educación del país, sobre todo si se tiene en cuenta que el fracaso de marras se produce en especial en el sistema público mientras que en la enseñanza concertada es notablemente menor y en la privada prácticamente asumible. ¿Qué ocurre entonces para que el Poder cierre los ojos y tire adelante, ciego como caballo de picador, sin tener idea de adónde se dirige aunque sabiendo de sobra de dónde viene? Pues lo que ocurre es que no tienen ni la más remota idea de qué hacer frente a esta catástrofe que compromete de modo tan irreparable el futuro de todos, y muy particularmente en no son capaces de asumir el probable coste electoral que supondría en este país mal informado la adopción por parte del Gobierno de las medidas drásticas que reclama hace tiempo la sociedad. Llevamos varios ministerios posponiendo el abordaje del problema y remitiendo sus efectos a un incierto futuro. Éste de la ministra Cabrera, contra lo que se hubiera podido esperar, parece que no sólo va a ser uno más en esa relación sino que acabará destacado entre los entreguistas.
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Hay un error en la consideración de que el fracaso en la escuela es un hecho autónomo, un contratiempo incardinado en el orden escolar sin conexión con los demás ámbitos vitales, es decir, con la familia y con la sociedad en su conjunto. Por el contrario, el alumno que fracasa –es decir, el que no alcanza los objetivos previstos para él por el sistema educativo– es víctima del modelo pedagógico, sin duda, pero también de un paradigma de convivencia (familiar, grupal) que ha pretendido y logrado a medias emanciparse de las exigencias colectivas, de un modo que amenaza a la propia convivencia. La idea de Sarkozy de restaurar en la escuela la ancestral y lógica costumbre de respetar al enseñante, por poner ejemplo sencillo, ha sido acogida por amplios sectores sociales como si de un escándalo o una pretensión extravagante se tratase, y ahora la ministra española consagra el derecho de los suspendidos a pasar, de hecho, al curso superior, o sea, el de exhibir su patente de corso frente a una exigencia social que ya no sabe no cómo plantearse el negocio. Lo que sí le ha salido bordado al Gobierno es el garlito de la nueva asignatura, la Educación para la Ciudadanía, a favor y en contra de la cual se consumen las energías que resultarían imprescindibles para reparar, en la medida de lo posible, este tremendo desgarrón generacional. Dentro de poco tiempo, cuando miremos atrás desde el muro de las lamentaciones, quizá no divisemos ya estos detalles en los que reside verdaderamente el auténtico quid de la cuestión. Nuestros chicos no estudian por la misma razón que no obedecen, lo que remite el fracaso a los adultos antes que a ellos mismos y al Poder junto con los adultos. Pero constatar esta obviedad no va a arreglar gran cosa. Yo lo que sé es que, en poco tiempo, la raya que separa las clases sociales dividirá también la sociedad por el equinoccio de la competencia.
Como no soy filósofa, ni filóloga, ni experta en ná, no sabría exponer teoriás de esas que dicen que el mensaje es el medio o viceversa. ¿Se molestaron alguna vez en leer lodes, logses y similares?
Destacan lo lúdico, lo transversal, lo comprensivo, la intuición, la tolerancia, la libertad, las nuevas dinámicas imperantes «… evitando sistemas de privilegio, cerrados, elitistas y propagadores de ortodoxias excluyentes… permitiendo superar los residuos autoritarios subsistentes… una concepción más participativa… el diseño exclusivamente propedéutico del bachillerato… tratando no sólo de superar las deficiencias del pasado y del presente sino, sobre todo, de dar respuesta adecuada y ambiciosa a las exigencias del presente y del futuro. (sic)». (ja, añado).
(Disculpen pero le di antes de tiempo antes a “enviar”).
Transcribo el primer objetivo de once de la educación secundaria obligatoria: Comprender y expresar correctamente en lengua castellana …. (¿con la ‘inmersión lingüística’ obligatoria y penalizada la mesetaria?, pregunto) y, en la lengua oficial propia de la Comunidad Autónoma, textos y mensajes complejos, orales y escritos.
Una sola vez he alcanzado a leer ‘esfuerzo’. No aparecen términos como “constancia, disciplina, sacrificio, dedicación, estímulo, orden, respeto, excelencia, superación”, que deben ser de carácter retrógrado, anticuado reaccionario. Fascista, vaya.
Bien. Pues de toda esa literatura del año 90, seguro que ya han llegado –y salido- de la universidad hijos de la aplicación laxa y degradada en progresión geométrica de ese engendro.
Discúlpenme que repita algo que escribí aquí mismo anoche a una queja de mi doña Clara y amigas: “ ¿No será que ya están llegando a profesores las verdaderas víctimas de la LOGSE, esa ley que Aznar al día siguiente de obtener la mayoría absoluta debía haber tachado de un plumazo? Claro, la Edu no es una prioridad, ya se hará –pensaría- en el tercer mandato y que Raxoi, que fue ministro del ramo se encargue. No le sugiero la prueba de que esos seis profes le nombren cinco personajes de don Chéspir exceptuando al príncipe de Dinamarca”.
Tema clave, conclusión justa. Hace tiempo que mucho profe conoce la tarea de jagm y su interés por la «edu» que es como diría doña Cándidita la consejera del buen rollito. Este último incidente remata, por el momento nada más, la carrera de locuras que traen estos srs. del PSOE.
Vista la cosa desde fuera, a uno le parece que el drama de la educación en España tiene, en efecto, mucho que ver con los sucesivos partidos que han gobernado pero es verdad (y para nada pienso en la EpCiudanía, pues ja me ha convencido de que es un «garlito») que el partido que hoy gobierna y ya gobernó antes parece como enmabrrancado en este mal arrecife. No sabe qué hacer, cómo salir de su propio escollo (la LOGSE), cómo no ceder ante el PP, cómo desafiar el egoísmo familiar que prefiere una buena foto del niño y un buen verano antes que una buena formación de la criatura.Es todo bastangte complicado pero creo que en las cosas, duras, que ja escribe, lleva mucha, quizá toda la razón.
Los «regímenes» no quiesieron nunca altos niveles educativos que equivalen a altas conciencias, y el partido en cuestión –frente al que no soy nada beligerante– tiene una especie de pecado original que lo lleva directamente a funcionar como «régimen» allá donde gobierne. Busque por ahí la clave, profe, que puede que encuetre soluciones que añadir a las claves que ya da.
Nadie quiere una Educación seria: ni los padres, ni los alumnos, ni muchos profesores, ni la sociedad en su conjunto. Si fuera de otra manera los Gobiernos tenderían a arreglar este patio de locos.
La ley del menor esfuerzo rige aquí como en todas partes, a ver qué se creían, queridos amigos, y llea mucha razón el señor Rapero en repatir responsabilidades que no sólo son del Poder políticos, sino un poco de todos y cada uno de los ciudadanos. Pocos países tan intervencionistas como el nuestro en materia de Educación, pocos con tantas leyes ordenadoras, casi ninguno hoy por hoy tan hundido en su propia inercia y tan poco ilusionado. Lo que más me asusta de los docentes que trato es su escepticismo y, diría, su conformidad con lo que hay. ¡Ellos que son las segundas, ya que no las primeras víctimas! Ún arreglo de esta cuestión en España sería ya revolucionario. Esperarlo de las burocracias es una ingenuidad.
Veo que un fiscal pide cárcel para unos padres que descuidaron la «educación integral» de su hijo, contra el deber que les impone la patria potestad. Y me quedo meditabundo e indeciso, porque no sé qué haría como juez si se me propusiera esa medida dadas las circunstancias del sistema educativo. Que nos arreglen primero este sistema, que saquen la educación del capricho propio y del ajeno, que salven a una generación del desastre cultural y profesional definitivo…, y luego hablaremos de obligaciones tan severas, no les parece??
¿No portestaban por el «pase» con tres suspensos? Pues ya tienen ahí el «pase» con cuatro. No debe uno nunca provocar al león con un mal palo (Tenorio), y estos señores gobernantes se toman la exigencia ciudadana como uan amenaza, no lo olviden.
El poder no tiene ni idea de por dónde tirar: ahí podía haberlo dejado, amigo gm, porque eso lo explica todo.
No arreglarán la educación porque ni saben ni quieren. ¿Creen ustedes de verdad que estos gobernantillos de tres al cuerto preferirían mandar sobre uns ciudadanía culta, preparada, con una juventud instruida, dueña de sus derechos y sabiendo lo que quiere? Pues si así es están muy equivocados: el Poder quiere gente tranquilita, perceptores de seguros, beneficiarios de subvenciones, personal de nómina a fin de mes, más gente ingenua que cree que ve en una corbata una garantía de conservadurismo o en un cuello abierto una garantía de proletarismo.
Insistan en la respoinsabilidad de las familias, de los padres en concreto. Ahí está la úniva fuerza capaz de obligar a un Gobierno a rectificar.
Pasar con cuatro asignaturas es como levantar definitivamente la veda del ocio. Estos nenes biej comidos, con dinero en el bolsillo, habitación propia, ADSL pagada y demás, es poco lógico que se pongan a estudiar como marrajos. El Gobierno lo sabe, por supuesto, y no quiere jugarse con ellos un voto futuro ni con sus padres el voto presente.
La ministra, pobrecilla, seguro que se cree esta barbaridad de las 4 pendientes. Los padres estarán encantados sabiendo que el verano próximo no habrá que pensar en suspender el veraneo ni buscarle academia al niño. No se olviden que la educaicón va por barrios y por clases. En los barrios de chabolas, quiétense de la cabeza que haya la menor preocupación por esta pelea de burguesitos.
Es la segunda vea que jagm da el dato: el fracaso escolar se da sobre todo en la enseñanza pública, menos en la concertada, apenas en la privada. Con ello demuestra su tesis de que TAMBIÉN la educación es un asunto de clase, por si alguien tenía alguna duda.
Preciosa antología la de miss Halcona, para troncharse de risa si no fuera para morirse de pena por lo que está ocurriendo. El «suspenso» ya no es un resultado absoluto sino relativo, una contrariedad que puede vadearse por aquí o unos meses más arriba (o más abajo) del río de la vida. Los enseñantes de todos los niveles que aprecian este blog han dicho hoy muchas cosas con cierta amargura, pero me temo que hayan callado otras tantas.
Malo si Sarkozy ordena que la basca se levante cuando entra el prof en clase. ¿Se imaginan cómo se pondría esta plebe si ZP entrara en un aula y la basca se quedara sentada como se quedó él al paso de la bandera? LO malo es que todo va siendo ya política en esta vida pública, todo va siendo ideológic, casi nada escapa a la intención partidista. Ese fiscal que pide cárcel para unos padres que no enviaban a su hijo a la escuela no ha pensado que a lo peor estaban tratando de protegerlo…
Lo malo, don Rogelio, es que ni estos profes que aquí se desahogan dirían lo que aquí dicen en su claustro. Y no los acuso de faltos de valor sino de prudentes, pues el ojo del Gran hermano (aquí se llama Inspección, pero también tiene el nombre de mucho colega) vigila sin descanso y la disciplina se aplica sin compasión.
Conozco, efectivamente, a mucho docente amilanado por el miedo que le da el sistema, la consejería, la Biblia en pasta, aunque nunca he comprendido muy bien qué puede temer un buen profesor. Si hay alguien en el blog que pueda aclarármelo, que lo haga, se lo ruego.
El título elegido lo dice casi todo, no hará falta más, pero la columna es magnífica. Es de las que escuece y de ésas que provocan que en un claustro o en las guardias de un hospital los tirios digan una cosa y los troyanos otra.