No tengo elementos de juicio para tomar partido ante la huelga de futbolistas en la primera jornada de Liga. Ni su asociación ni la burocracia federativa me inspiran excesiva simpatía, por más que tenga claro que el gesto del domingo implica una demostración de solidaridad con los compañeros menos afortunados. Pero no acabo de decidirme sobre esa huelga de ricos –de jóvenes que ganan una fortuna insólita en este país en cuadro—que se opone a los abusos demenciales de unos directivos que no cuestionaron cuando ellos fueron los beneficiados. El mundo del fútbol vive en una burbuja que no tiene otro remedio que acabar reventando incluso si, como está sucediendo ya, los viejos clubes se convierten en compañías mercantiles, juguetes de algunos magnates pero a un paso de acabar cotizando en Bolsa como los bancos o el petróleo. Hace poco un histórico en declive como Roberto Carlos ha conseguido fichar por el equipo un magnate ruso con un salario anual de 5 millones de euros y, tras sus huellas, el deslumbrante Eto’o se ha sumado a esa plantilla para tres temporadas a razón de 21 millones al año. Un Atlético de Madrid desorientado por la deserción del Kun ha pagado por Falcao nada menos que por 40 millones y aún brujulea en la lonja en busca de nuevos portentos, al tiempo que en Málaga un jeque catarí, Al Thani, ha revolucionado el mercado con sus petrodólares y proporcionado a los forofos malaguistas un subidón de aquí te espero pagando 20 millones por Cazorla tras garantizarse, bajo la batuta de Fernando Hierro, los servicios de estrellas como Joaquín, Isco o Van Nistelroy. Y mientras tanto, el grueso de esos clubs agonizan en la ruina sin poder pagarle a sus jugadores los caudales que los insensatos de sus dirigentes comprometieron impunemente un día. De momento, España ha vivido su más insólita huelga, la del fútbol dominguero. Veremos que le queda por vivir mientras estalla y no la burbuja.
Mucha gente no se acuerda ya de que, en el pasado no demasiado lejano, el Estado hubo de enjugar ya varias veces la deuda descomunal contraída por los mismos irresponsables que ahora reclaman al poder, para escapar del atolladero, que la norma mercantil no alcance a sus manejos, sin duda buscando que de nuevo sea el Estado, o sea, el conjunto arruinado del país, el que se haga cargo de sus números rojos para mantener una autonomía que les permite vivir como potentados a costa de los demás. Por eso digo que no acabo de tomar postura ante esta huelga que plantea sólo parchear el globo para retrasar su explosión. Esa fábrica de pasiones merecería, no un sinapismo de urgencia, sino que el poder entrara en ella a saco de una vez por todas.
Verdaderamente escandaloso lo de esa burbuja, que la gente ve normal sin darse cuenta de que en cuslquier momento nos pyede salpicar a todos en la declaración de la renta. Creo haberle oído este aviso con anterioridad pero nunca con datos tan tremendos como los que hoy ofrece en su columna.
A los funcionarios nos rebajan el sueldo, a los pensionistas les recortan las pensiones, a los hipotecados les quitan el piso, a los parados los ponen en cola… pero a esos locos del fútbol les permiten acumular deudas gigantescas que al fina, como se dice aquí, lo más seguro es que acabemos pagando entre todos incluso los que no nos gusta el fútbol. Esto es una pesadilla y puede que peor sea el despertar.
Cuando pienso en lo que he ganado en toda una vida de enseñante y en lo que me quedará cuando me jubile, no debo recordar los sueldos y gajes de estos afortunados. Una sociedad que prime ad esa forma una actividad como el deporte, por importante que ésta sea dada su amplia influencia, es una sociedad que, por lo menos, está perdiendo una gran oportunidad.
Es la ley del mercado: se paga más lo que más recauda. ¿Saben cu´ñanto ganan los Madrid, Barças, Chelsea, Manchester y demás con sus camisetas y demás baratijas para bobos? ¿No han visto incluso desgraciados tercer mundo luciendo sus camisolas de Zidane o Messi?
Es ley de mercado, y ésta consecuencia inevitable de la copndición humana. Hay quien no se explica la pasión por el fútbol, base de esta enorme industria. Yo sí, aunque no sea aficionado. ¿Saben, cien mil millones de moscas no pueden equivocarse, recuedan ese dicho? Y confieso que alguna vez he asistido (en tele) a un partido y me ha resulltado emocionante…
También se paga a los toreros y ganan fortunas los asentadores del mercado, y los enchufados en la política, y los mercachifles del urbanismo, y los…
Cualquier día estallará esa burbuja y lleva razón cuando prevé que la factura nos la enviarán a todos en el IRPF. En efecto, no es una historia nueva. Ese espetáculo de la ostentación ha sido un escándalo consentido porque no sólo Franco tenía interés en que humeara ese opio.
Coincido con la crñitica de ja y el comentario de nuestro Ecónomo particular en que el deasguisado lo pagaremos entre todos al final, porque no habrá otra solución. Hay pocas instituciones con capacidad para entusiasmar a los ciudadnos en esta sociedad tan rara, y una de ellas es ese planeta redondo que ocupa vastas extensiones de nuestra información y, hay qu ereconocerlo, del interés cotidiano de buena parte de la población.
El trabajo se paga en función de su rentabilidad. No hay que darle más vueltas al caso del fútbol. Cada civilización tiene lo que se ha buscado.