Despacito y buena letra. No le falta razón al “Gobierno del cambio” al proyectar una desescalada prudente ahora que parece que la pandemia comienza a remitir. Quiere el Presidente que el alivio vaya parejo con la campaña de vacunación y se ha dicho desde su entorno, con razón, que “todas las desescaladas son peligrosas”, vale decir que los lazos forzosos con que se viene conteniendo el contagio masivo deben ser relajados con tacto en lugar de abrir la puerta de golpe como ya se hiciera –y a la vista están los resultados– de cara a la Navidad. No cabe arriesgarse a nuevos tropezones teniendo en cuenta que, si la batalla sanitaria es tan prioritaria como exigente, la guerra socioeconómica que nos aguarda tras una eventual paz obliga a extremar el sacrificio con la mano más firme.