De Borbolla se podrá decir lo que se quiera menos que no habla a cañonazos y con buen tino. Lean lo que declaró a este periódico el domingo, sus enérgicas críticas a esta progresiva “frikicracia”, a esta devastación del prestigio político, su exigencia de responsabilidad y autocrítica. El menos malo de los presidentes de la autonomía, como todos sus errores, es un activo crítico que el PSOE no debería desechar, aunque lo probable es que lo deseche como lo más opuesto a los “frikis” que vienen. Dios los coja confesados. Y a nosotros.