Los islamista nigerianos se agrupan en un una organización, Boko Harem, que en lengua hausa significa literalmente “la educación occidental es un pecado”, y operan según el acreditado protocolo afgano de los talibán, procurando por las bravas la exclusión de la mujer del estudio, no sólo mediante estrategias de acoso sino, sin más, plantándose en las escuelas y colegios y raptando del tirón a las colegialas como acaban de hacer en Chibok. Las tensiones religiosas en Nigeria comenzaron a mediados del siglo XIX con el desembarco de misioneros cristianos que enseguida tradujeron la Biblia al yoruba, pero al mismo tiempo, desde Sudán, el islamismo fue penetrando también en el país para disputarle su puesto a la religión ancestral que siempre tuvo su lugar sagrado en Ife, centro del mitologema yoruba que nunca acabó de desaparecer. Los Boko Haram han provocado ya miles de muertes, han arrasado pueblos y sometido a sus poblaciones y, en esta última fase, se proponen imponer el modelo fundamentalista afgano ante la indiferencia del orden internacional. Así, parece que, en definitiva, lo de Chibok ha consistido en el rapto no se sabe con certeza si de cien o de doscientas colegialas arrancadas de sus aulas y trasladas a un destino ignorado. No es improbable que en poco tiempo tengamos más de un régimen talib que amenace tanto a las poblaciones cristianas como a las aborígenes aunque es seguro que nadie ha de mover una mano para detener semejante barbarie. Una nueva Edad Media se cierne sobre el continente y, en cierta medida, sobre el mundo, y el boicot educativo es su instrumento más eficaz.
La cultura, en concreto el saber, se ve desde esa grosera perspectiva como una amenaza para la virtud y como un elemento antisocial cuya eliminación justifica cualquier recurso, incluida, claro está, la abolición de toda noción de los derechos humanos que son percibidos desde el fanatismo como la causa de la perversión del paradigma arcaico, que es el único aceptado como íntegro. La mitología flexible de los yorubas poco puede oponer a esta invasión foránea, aparte de conservar “in pectore” el recuerdo lejano de un panteón ancestral que nunca planteó siquiera la unicidad de las creencias, como pude apreciarse en sus derivaciones cubanas o en brasileras, diluidas en la “umbanda” o en el ámbito más general de la macumba. Las guerras de religión constituyen el fenómeno más aberrante de este siglo XXI del que tanto esperaron los ingenuos.
El «orden internacional» no hará nunca gran cosa cuando se trate de guerras que pillan lejos a los ciudadanos del primer Mundo. Les importan tres caraj…, lo único que preocupa es mantener los conflictos lejanos y, si es posible, ganar dinero vendiéndoles armas y otros «bienes».
En el golfo de Guinea se agrupa una docena larga de países con amplio historial esclavista. El mayor de todos ellos es Nigeria. Esclavizan a sus propias mujeres. Si ahora los islamistas van a tener vela en el entierro va a ser llover sobre muy mojado.
Bien dice mi don Marción que, salvo voces en el vacío como las de mi don JA, hay encogimientos de hombros, silbando y mirando al techo.
Aunque se clame en el desierto nunca hay que perder la esperanza de que nuestro grito se oiga en alguna parte. Lo que está sucediendo en África es tremendo, y viene de lejos, al menos de veinte años atrás, por tomar una referencia. Y la presencia del islamismo es un desafío a Occidente que en nombre de los valores de la civilización debería ser respondido con energía. ¿Para qué sirve la ONU? Hay otras preguntas, pero me las callo ahora.
¡Bienhallados! Vuelvo cansada, paradoja de los viajes «de placer», y me encuentro otra vez frente al zócalo de la vida real, tan absurda con frecuencia, tan cruel tantas veces, tan inhumana tantas veces. Nuestro don ja debería apiadarse de nosotros y con mayor frecuencia echar mano de su «pluma blanda», que ahora en primavera lo tendría fácil…
Creo que hay poco que hacer en este asunto desgraciado. Por razones políticas, económicas y hasta logísticas, Occidente no va a pararle los pies a esa insurgencia insensata hasta que no sea demasiado tarde. Lo que no quita para decir que Occidente también ha hecho panes como tortas cuando le ha llagado el caso, en Afganistán, en Irak (2 veces), en…
Admirable llamada de atención sobre un suceso que no debe quedar, como ha quedado, para reflejado en un suelto y en páginas interiores de algunos periódicos. Es curioso cuántos casos de auténtica y comprobada «reinserción» se ven en apuros mientras se da suelta a criminales extremados, a violadores reincidentes y demás. Odia el delito y comparece al delincuente, decía Concepción Arenal, y hay que darle la razón. Otra cosa es perder el sentido de la realidad.