Estoy convencido de que Albert Boadella tiene por delante un vasto futuro como ensayista. Cosa lógica porque el humor, si es profundo y fino, es siempre, pero es que siempre, ensayo inspirado por una hermenéutica certera. En Alemania, según creo, sigue utilizándose la institución del “dramaturgo”, que no es precisamente el escritor teatral, sino quien idea un montaje que se explica a sí mismo una vez materializados sus conceptos. Benavente o Francisco Nieva, por ejemplo, han tenido excelentes plumas, “stricto sensu” sea dicho, pero ninguno de ellos alcanzaría, a mi entender, la llana exégesis de los hechos que hace este crítico descarado de una sociedad en trance de putrefacción en la que, desde el teatro a la política, valga la redundancia, se trata de embolismar al peatón, actuando como un penetrante factor ideológico. Parte este incorrectísimo rebelde de la idea-madre de que “nada de lo que parece es cierto”, yo creo que empleando el cínico aforismo a la manera de un Shakespeare o de un Valle-Inclán y no como un simple pesimista, que no lo es quien ama la vida a su manera apasionada, y su método consiste tanto en disecar en vivo a los poderes más amenazantes como en teorizar sobre la mar y los peces, sean éstos besugos o tiburones, sin excluir su propia autopsia. Lean “Diarios de un francotirador. (Mis desayunos con ella)” y lo verán investido informalmente de sociólogo, de psicoanalista o de gurú económico pero bogando siempre a contracorriente, sin dejar de contener la amargura ni escatimar el elogio, algo que, en definitiva, está reservado a los espíritus cimarrones a cuya inteligencia no alcanza la tentación seductora. Hace cuarenta años que lo sigo de cerca y la verdad es que no sé si envidio más su genio crítico o su inalienable sentido de la independencia.
Mi recomendación va dirigida tanto al lector inteligente, como decía “La Codorniz”, como a esas víctimas suyas que podrían ganar mucho contemplándose sin rencor en el espejo cóncavo en que Boadella los pone sin perder la sonrisa. Políticos y cómicos, curas y ecologistas, excelsos y pringaos, tienen en él ocasión de estirar la pata o de enderezar la joroba. Y los románticos en general, la de asomarse al deliquio de un espíritu implacable a quien cuesta imaginar colgado de su Eloísa como un Abelardo exquisito. El teatro enseña mucho y la vida más. La única condición es que ambos se vivan a tumba abierta.
Boadella está escribiendo una página honrosa por lo raro que resulta encontrar en España un ciudadano dispuesto a dar la cara en todo momento. Su condición de cuasiexiliado lo dice todo, y de paso, confirma el carácter totalitario de los nacionalismos.
Tras haberle leído lo del «Bufón» decidí no aplicar lo de «zapatero a tus zapatos» y, en efecto, he visto en los Teatros del Canal un par de montajes suyes espectaculares. Este señor tiene auténtico genio teatral y una larguísima experiencia que seguro que lo ayudará en su trabajo.
un maestro en el escenario. lo sera tabién con la pluma.
Son muchos años desmostrando imaginación y oficio, no es raro que haya adquirido una capacidad crítica grande, aparte de que su ingenuo no está en cuestión. Que tenga que irse de su regiónb un valor como el de Boadella es algo que uh día, confiemos en que no lejano, habrán de lamentar los catalanes sensatos.
Me encantaría un Boadella andaluz. Siba a inflar y nosotros nos partiríamos de risas, lo cual no vendría mal como catársis ante esta comida de las fieras.
Es usted libre de alogiar a un bufón. De tipos como usted vive ese traidor.
A mí me encanta, pero ya ven que hay opiniones para todos los gustos, como la don Enric que, si es nacionalista catalán, ya está todo dicho. Por preguntar: ¿es verdad lo de las cuentas en Suiza o no, don Enric?
Estoy plenamente de acuerdocon Enric en lo que ha dicho de ese bufón que a usted tanto le gusta. Para que diga usted luego en la tertulia de la radio que usted «no es nacionalista español…»
Hoy nos acompañan un par de asnos. ¿Qué podemos hacer nosotros, humildes casineros?
Haya paz, señores, que cada cual es libre de expresarsecomo guste, incluyendo el rebuzno. Boadella no necesita defensores y don ja lo sabe, por lo que habla de una de las habilidades del gran dramaturgo, el ensayismo, hasta ahora poco explotada. Yo desde luego voy a leer el libro recomendado.