Los mismos “expertos” que han venido rechazando con insistencia el uso de las inencontrables mascarillas aconsejan ahora al personal su uso preceptivo. Quienes hoy se reincorporen a sus interrumpidos trabajos deberán, pues, llevarlas encasquetadas, aunque nadie –al margen de ciertos repartos de urgencia– les haya dicho dónde encontrarlas ni cómo hacerse con ellas. Es verdad, desde luego, que este Gobierno sólo acierta cuando rectifica (es decir, siempre tarde) pero cuando se escriba la crónica de esta pandemia, a la “yenka” gubernamental de las mascarillas habrá que dedicarle un capítulo aparte, junto al que posiblemente requiera el oscuro aunque pingüe negocio que con ellas, como con el resto del material de protección imprescindible, pudieran estar haciendo –enmascarados, por supuesto– sabe Dios quiénes. Es la primera vez que las víctimas del atraco son las enmascaradas.