(La columna de hoy miércoles 26 no irá en «La Cruz del Sur» sino en la última página, como artículo de cierre, donde iba Umbral. Por eso se publica como ‘Columna especial’)
Junto a la noticia de que los bancos centrales europeos andan vendiendo sus reservas de oro, convencidos de que la mejor economía no pasa ya por la tesaurización, proliferan las noticias en torno a la moda de comer ese preciado metal. La vieja metáfora de Virgilio –“auri sacra fames!”, maldita hambre de oro– se hace realidad en restaurantes prohibitivos que, desde los EEUU a Perú pasando por nuestro madrileño barrio de Salamanca, incluyen en sus menús platos aderezados con copos o láminas de oro de 23 quilates, foies escabechados con crujiente de oro, crema del pil pil aderezada con polvo de oro, barquillos de helado con áureos rizos y reposterías con hojaldres o migas de chocolate con pepitas de ese metal que ya figuró en la cocina egipcia y en la botica china, y que un Moisés enfurecido obligó a beber a los idólatras del becerro, disuelto en “agua de sereno”. La sociedad desigual discurre sin pausa nuevos ‘indicadores de posición’, como decían los funcionalistas, y la propia realidad se encarga de confirmar la olvidada hipótesis de Marx de que el lujo, esa prodigalidad del todo irracional, es con demasiada frecuencia una “necesidad de oficio” que entra, en consecuencia, en los “gastos de representación”, como tal “escaparate de riqueza” que produce capacidad de crédito.
La desigualdad no tiene complejos, sobre todo una vez superado el soponcio de la amenaza revolucionaria. Al contrario, se esfuerza en “distinguirse”, en el sentido de Bourdieu, de tal modo que lo que importa no es tanto el valor mismo como su significado relativo. Lo que todas las estimaciones resaltan en el yate del Pocero no son sus virtudes marineras, ni siquiera el escándalo del despilfarro que supone su utilización, sino el hecho de que supera al del Rey, es decir, la desmesura misma reducida, valga la contradicción, a medida de la importancia y canon del relieve social. Nada nuevo. Sabemos que Cleopatra o Calígula bebían perlas disueltas en vinagre en una era en que el banquete de Trimalción –huevos de pavo real rellenos de becafigos con salsa de pimienta o un jabalí cocido relleno de tordos vivos– le ponía elevado el listón a los emuladores. La riqueza no se contenta con su privilegio sino que exige la exclusividad, la ostentación se convierte en el instrumento idóneo de la competitividad y, en definitiva, como se ha pensado alguna vez, la suntuosidad declina su condición de mero exorno para tratar de erigirse en el indicador auténtico de la calidad del ser a partir del cual se forma el rango del personaje.
Otra observación clásica sostiene que entre el afortunado que posee el oro y el cuitado que es poseído por él hay una diferencia insalvable, y no sólo de orden moral sino de orden práctico. En el caso de los aurífagos se revela, sin duda, la banalidad de ese talante elitista que ha hecho del despilfarro su seña más expresiva en un mundo en el que la exhibición del desperdicio y el prestigio de la disipación cotizan muy por encima de los valores que inspiraron en tiempos las porfiadas leyes contra el lujo. Un bacalao exaltado con doradas lascas o un champán consagrado con polvo de oro: la postmodernidad anda descubriendo a Calígula cuando ya en el patrón oro no creen ni los bancos centrales.
10:36
‘Fame infame’, diría yo.
Parece que lo importante no es tener sino tener más que los demás. Lo importante no es disfrutar sino disfrutar de lo que no pueden los otros.
Esto parece ser un instinto, fuertemente arraigado en los ricos, que es el equivalente al que lleva a los mamíferos sociales a la lucha por el rango social, que en los humanos se llama estatus.
Precioso comentario, expresivo de un sentido de la justicia inobjetable, que no es de izquierdas ni de dercehas, sino propio de hombres honrados y con sentido común.
Que lo incluyan en el Parnaso umbraliano me gusta sin entusiasmarme, francamente. Uno hace tiemnpo que eligió sus lecturas y ya sabe que la mía es us columna.
auri savra fames. El jefe citando la Eneida y cosas así justo cuando sal al mercado otro periódico que proclama de lejos la tendencia a la banalización progresiva del periodismo. Él sabrá lo que hace, aunque por mi parte sólo tengo agradecimiento para él.
Ocultos por si acaso, le enviamos nuestra felicitación por el desparpajo con que se deja caer con latines en medio de esa ceremonia absurda que su periódico le ha montado al desparecido Umbral. Ha escrito una columna sensata y valiente contra una sociedad desmesurada y hasta tiene la osadía (bendita osadía) de citar a Marx. Felicidades otra ves. (¡Que no se entere nuestra directora!).
Me prugunto muchas mañanas qué hace un chico como usted en un papel como éste (y no me refiero a El Mundo, sino a la prensa en general). Hoy se toma una cierta revancha y hace bien. Pero no se haga ilusiones porque lo que vende, en su periódico y en todos, es el pastelito.
[Permítanme/perdónenme el pegote pedante que va a continuación. (Puede ahorrárselo la mayoría de ustedes, saltándose ésto). Es que para mí, hoy como casi siempre, la columna es la rosa juanramoniana. Por eso a veces les llevo de paseo a mis propios cerro de Úbeda.]
En el s. XIX, con el romanticismo tuberculoso, se ensayó el uso de inyecciones de las sales solubles de oro para el tratamiento de determinadas artritis, atribuyéndolas al bacilo de Koch. Miren por dónde hubo un porcentaje de mejorías que hicieron que su uso llegara al último cuarto del s. XX, cuando ya se sabía que era un proceso de origen autoinmune.
Hoy no las busquen en el Vademecum, ni en la mayoría de los portales médicos -he visitado alguno antes de escribir esta cagarrutilla- lo que me hace suponer, aguda que es una, que estarán en desuso. No obstante entre sus efectos secundarios, que no eran pocos y obligaban muchas veces a suspender el tratamiento, se encontraba etiquetado como leve, o sea soportable, un sabor metálico que me imagino semejante a estar chupando una tuerca varias horas. Cómo se las apañan los altos cheffs de hoy, tan listillos para explotar a los gilip…, es una duda que me corroe.
(A mi doña Sicard: Excussez-moi, madame, porque a veces uso para parecer modelna y juvenil, palabras del argot del hampa. Immserso es el servicio social que pone al alcance de los jubilados hacer viajes por poco dinero en hoteles baratos. Clisos es un vocablo de lenguaje de germanía, con toques gitanos, el llamado caló, que significa ojos; o al menos eso creo yo. Y colirio-dependiente, significa que tengo que andar de contínuo poniéndole gotas a mis maltratados ojos, que aún así me hace pensar a veces que moriré ciega. Mi besote.)
Borde, tronco, ponte hoy medias negras de costura y hazte con un buen látigo, porque no sé por qué te supongo dueño de un micropene. Machote.
El oro es insípido, tengo entendido que pasa directamente por el aparato digestivo y sal tal cual: como el rayo que atraviesa el cristal. Tampoco alimenta. Me parece ver bajo la prosa de gm un cabreo contenido ante esat ignominia que es el «despilfarro de clase».
Había leído algo sobre el tema y no podía creérmelo, pero veo que es tristemente cierta la noticia. Epulón dejaba entrar a Lázaro para disfrutar de su envidia, como hoy en tantas manifestaciones sociales los que tienen refuerzan su goce con el ansia de los que no tienen. Luego se quejan cuando hay robos o se anuncian revoluciones.
Tengo comporbado que un niño no sólo quiere tener su juguete sino comprobar que el otro lo desea. ¿Es innato este instinto exclusivista, el deseo malsano de que el bien propio sea ansiado por los demás? Este hombre está muy mal pensado, no me digan que no.
Comprendo hoy que de chicos, los niños de los vecinos de al lado tenían unos regalos de reyes mucho más hermosos que los nuestros. Una vez, a mi hermano le regalaron un carricoche de madera, pintado de azul, con un velero dibujado. El del vecino era todo cromo reluciente, esbelto, grande. El chaval nos lo mostró con orgullo, y lo miramos interesados, pero mi hermano le dijo , «el tuyo no tiene velero», y eso, amigo, lo cambiaba todo.
Pobre del que siempre ansía no lo no posee,despreciable gusano que nunca esta orgulloso de lo que disfruta y que ha conseguido. con su esfuerzo.
¡Qué diferencia con la visión de los bonzos, que rehusan los ofrendas de los militares ….para castigarlos!
Gracias a don Griyo por la explicación y por la suya a doña Scéptika.
Hola Jose Antonio Gomez.
Soy nuevo aqui y he llegado a traves de tu articulo en la columna de Umbral.
Tengo una duda que no he conseguido resolver.
Cuando dices:
«y que un Moisés enfurecido obligó a beber a los idólatras del becerro, disuelto en “agua de sereno”»
¿Que es ese agua de sereno que mencionas y que no aparece en la biblia, ni en las originales escritas en lenguas muertas?
¿Es algo especial?
¿O era solo un recurso para referirse al agua del rocio matinal?
En internet, buscando como tal, solo me aperecen un par de menciones, y curiosamente, la otra con mayor relacion es la de un columnista que critica de forma extremadamente parecida el uso de oro en la comida.
http://peru21.com/Comunidad/Columnistas/Html/2006-01-29/Martinez0446748.html
Y despues, para rematar, una noticia de un periodico canario en el que los agricultores se quejan de que «el agua de sereno» junto con los excrementos de unas aves les estan estropeando sus vegetales.
¿Podria alguien indicarme exactamente a que se refiere?
¿Es una alusion al agua lustral, que se deja reposar «al sereno»?
Gracias por sus posibles respuestas.
02:09
Bien venido al blog, Sr. Symposion, cualesquiera que sean sus intenciones.
¿Insinúa Vd., que ja ha plagiado el artículo que indica en su comentario? Si es así es que no lo conoce y además no ha leído atentamente los dos artículos. Le recomiendo que lo haga.
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Yo tengo en mi escritorio un frasquito con oro de 24 quilates que compré por un euro en una visita a las minas de Riotinto. Es un trozo de pan de oro arrugado que tiene un volumen aparente de más de dos centímetros cúbicos.
Hay que ser papanata, por muy rico que se sea, para tirar el dinero de esa forma porque algunos chef avispados hayan convertido un cuadernito de panes en una mina de oro.
Hola Pepe Griyo.
No estoy acusando de plagio a nadie.
No es esa mi intencion. Una cosa es plagiar y otra inspirarse (que podria ser).
Si no pudieramos usar los terminos y expresiones que leemos en otros, seria imposible la escritura.
Pero me llama la atencion de que al buscar en google «agua de sereno», solo me de 5 respuestas. Haga la prueba.
Y de esas 5, dos de ellas se refieren al titulo de una cancion, otra es esta pagina, la otra la del columnista peruano que puse el link, y la otra un periodico canario.
He leido atentamente los dos articulos, y por eso mismo no hablo de plagio, pero si de similitud en la idea.
Y coincido plenamente con el tema del uso de oro en la gastronomia como una aberracion propia de snobs.
Incluso me planteo que aunque la mayor parte del oro sea expulsada intacta, existe la intoxicacion por oro y no deja de ser un metal pesado.
El acido clorhidrico del estomago apenas lo ataca (casi nada… pero eso no es nada) y crea sales inorganicas de oro que SI son asimiladas.
De hecho existe un procedimiento medico para la intoxicacion por oro, que es el uso de agentes quelantes para que se puedan formar quelatos de oro y de esa forma sea expulsable por los sistemas de desecho del cuerpo.
No conozco apenas al autor, como dice usted. Tiene razon.
Pero ya que cuestiona mis intenciones, le dire que solo tengo una:
saber de donde saca esa referencia al «agua de sereno» y que se supone que es.
De entrada ya le digo que en la biblia no viene esa expresion, ni es mencionada tampoco en las biblias originales (me refiero a los textos sin traducir, en hebreo y griego).
Eso es todo lo que me gustaria saber. No entro a causar molestias a nadie ni a generar polemicas que no me interesan, sino a pedir ayuda para comprender el origen y uso de esa expresion: «agua de sereno».
Un saludo.
Agua de sereno, señor Symposium, es, como usted mismo sugiería, la recogida durante la noche, agua de rocío, que era la única que se podía hallar en el desierto donde ocurrienron los hechos, Seguro de que jagm conoce ese simbolismo del agua mezclada con los alimentos (más lo que acabo de indicar: su trato con la Biblia está archidemostrado), le pediría que escriba algo sobre el tema, auqneu bien sé que atraviesa malos momentos.
Plagio no, inspiración sin cita, me extrañaría.
En buena parte de la provincia de Huelva se llama agua de sereno al rocío, sí señor. Puede que eso lo explique todo. ¡En buena parte ha ido a poner la era don Symposium! Mi larga experiencia de lector(no cumplo ya los 70 años) he conocido pocos personajes con un fondo de conocimientos tan vasto como nuestro amigo. Tal vez pensar en que ja «se inspira» en un artículo de Internet, sólo se le ocurre a quien con lo conoce o a una de esas personas que fundan y circunscriben su cultura a la Red.
y a mi que el «nuevo» me suena a «viejo/a»…
Señores, desconzco esta web y desconocia al autor hasta ayer al leer esa columna.
Sus paranoias sobre si soy conocido o no, o si soy viejo o vieja, responden a alguna ideacion de sus mentes… pero no a la realidad. Asi se guisen ustedes sus conflictos, filias y fobias.
Si poner los enlaces referentes a un tema, que solo hay tres reales y dos de ellos hablan de lo mismo y usan el termino en el mismo lugar, parece aceptable preguntarse… que no acusar. De todas formas, me da igual si era plagio, inspiracion o creacion: queria saber el origen de esa expresion… cosa que NADIE ME HA ACLARADO.
Pero no les ha restado tiempo para faltar a algunos.
Y como solo queria saber eso, y parece mas no voy a sacar, aqui les dejo.
Me resta decirles nada mas, que con la forma de contestar y las suspicacias estupidas de gallinero, no creo que mucha gente tenga ganas de escribir aqui.
Señor Gomez Marin, como a usted no le conozco y no le he visto contestarme, le pido disculpas si le molesta lo que he dicho.
Creo que por desgracia, tiene usted aqui a algunos aduladores paranoides, que le tienen como Becerro de Oro de la cultura, la biblia y cualquier conocimiento que se tercie. Lameculos (que diria Umbral, aprovechando la ocasion) que ejercen de porteros de discoteca.
Ya digo que no le conozco, pero con toda seguridad es usted mucho mas humilde que el sequito que en esta pagina hace de palmeros.
Hasta nunca, y que les vaya bonito.