Lamentables las imágenes del abucheo propinado a la presidenta de la Junta de Andalucía en un pueblo andaluz. Sumarse a la ola de indisciplina social que nos abruma es lo que le faltaba a nuestra castigada región. Nadie tiene derecho a insultar nadie y menos a la más alta institución de la Autonomía, una razón que abucheadores y abucheada deben respetar. El alboroto callejero es un instrumento deplorable lo organice quien lo organice y no tiene sitio en un sistema de libertades, sean cuales fueran los motivos de crítica que puedan tener los ciudadanos. Aparte de que constituye un pródromo del conflicto civil y es antesala de la fractura social. L os demoócratas no deberían considerar banales estos incidentes ni disimularlos, como se viene haciendo, cuando afrentan al adversario.