Una de las primeras providencias adoptadas por el presidente del Consejo italiano, Matteo Renzi, ha sido la de ordenar la desclasificación de un importante caudal de documentos relativos a los luctuosos hechos ocurridos en Italia en los decenios 60 y 70, aquel oscuro periodo de las “brigadas rojas” que se rumorea que no acabó hasta que el PCI se puso de acuerdo con la Democracia Cristiana para compadrear en el desmantelamiento simultáneo de los terroristas del Norte y de las mafias del Sur. Otra vez la sombra de los crímenes misteriosos, del proceso Sofri que hizo célebre Carlo Ginzburg, de los enigmáticos poderes de “Lutta Continua”, el cadáver de Aldo Moro arrebujado en el maletero de un Fiat después de haber sido abatido a balazos ante la indiferencia (y nunca sabremos si también con la complicidad) de sujetos como Andreotti, el que besaba ritualmente a Totó Riína cuando éste mandaba todavía entre las sombras. Gabriel Albiac nos mantuvo informados durante años de la situación de Antonio Negri, exilado en Francia tras ser acusado de “autor intelectual” de las fechorías de aquellos exaltados que hicieron volar la milanesa Piazza Fontana y la de la Loggia en Brescia aparte de perpetrar la carnicería (85 muertos) en la estación do Bolonia. Ginzburg, el propio Negri, nos hicieron finalmente desconfiar sin remedio de las versiones oficiales de unos y otros, siempre desde la sospecha de que la conjura demócratacristiana-comunista estaría detrás del tupido velo misterioso que sirvió de burladero a los mayores sospechosos. Un cuarto de siglo después, de poco ha de servir ese gesto de Renzi que Beppe Grillo se ha apresurado a calificar de operación mediática.
Ni en Italia ni aquí veremos nunca con detalle el rostro de los últimos culpables, ni localizaremos sus cenáculos, y menos habremos de ver con claridad en el secreto de gobierno, confirmándose así la espeluznante teoría de que el terrorismo, todos los terrorismos, se traen sus cuentas con el Poder o viceversa. ¿Por qué Aznar no querría desclasificar unos papeles que, en todo caso, perjudicarían a su rival? ¿Cómo creer las versiones oficiales del secuestro de Marey o del atentado de Atocha? Verán como en Italia tampoco se enciende ahora luz alguna que desmienta el pasquín trágico de Dario Fo, aquel en que sostuvo que el anarquista no se había tirado por la ventana de la comisaría sino que lo habían empujado por ella. Como aquí a Grimau.
No imaginábamos ese pacto entre el PC y la DC para acabar al alimón con terroristas y mafiosos. Interesante. Pero ¿de verdad cree que todos los terrorismos tiene algún contacto con el Poder? Ese es demoledor y nos resistimos a creerlo, aunque si usted lo dice… Lo que compartimos es la certeza de nunca veremos los rostros de los verdaderos canallas de los casos que la columna cita.
Hasta donde yo he buscado, tanto la camorra como las distintas logias mafiosas están vivas y muy vivas en la Bota. Todo el mundo le debe favores a todo el mundo y cada presupuesto municipal, regional o nacional, deja astillas que pueden llegar a casi la mitad del palo.
Si el jorobeta y Totó se comían el boquino en público pocas dudas hay de que los mascas actuales se siguen dando hoy lengua con lengua, aunque más a resguardo. Cada ciudadano lleva uno, dos o tres telefoninos con potentes cámaras y hay que evitar las indiscreciones.
¿Conexión con el/los terrorismo/s? La mezcla de confidentes e implicados –tanto en las redes de la droga como en los poderes negros– es tan homogénea que ni a plena luz del día se puede distinguir el hilo blanco del hilo negro.
Muchas veces hemos hablado de este tema, y recuerdo la evolución de «nuestras» actitudes respecto de él, y cómo nos fuimos convenciendo a lo largo de los años viendo lo que rodeaba a Antonio Negri en Francia y, en efecto, también leyendo a Carlo Ginzburg entre otros. En ese país que es mafia pura nunca se sabrá lo que ocurrió, porque los métodos y la «omertà» campean en él libremente. Recuerdo con especial piedad los últimos días de Aldo Moro y, por razones universitarias lejanas, seguro que don ja también.
Aquello fue peor que lo del GAL si me apuran, al menos por sus proporciones. A mi modo de ver fue un coletazo del Mayo 68, aunque sé que esto es probable que no le guste a don ja, un coletazo que llevó el radicalismo de izquierdas de la época a un auténtico paroxismo. Es posible, creo, que don ja admita en el fondo esta interpretación.
¿De lo último que dice tiene pruebas usted o se lo han contado los comunistas? Total vendrá a ser lo mismo. (Y lo defenderá ese pardillo relamido de Epi, uy que cursi…)
Tema candente, a pesar del tiempo transcurrido, como demuestra la reacción de quien me antecede. El terrorismo, sí señor, raramente no acaba enredado con el Poder o con los Poderes, como sucedió en Italia, y a mí, la verdad, no me escandalizó nada en su día aquel acuerdo pc-dc que permitió al Estado superar las deficiencias policiales. Aunque para acuerdos bajo la mesa, los de aquí. ¿Recuerdan cuando Aznar se negó a desclasificar los papeles del CESID? Pues entonces, hombre, de qué estamos hablando.