Un cura polaco, el padre Ksawery Knotz, acaba de sacar a la luz un libro que le están quitando de las manos en las librerías. Se trata de un tratado sobre el sexo dentro del matrimonio, un “Kama Sutra para católicos”, en cuyas páginas el buen hombre –cuya experiencia erotológica cuesta imaginar de dónde procede—aconseja a los cónyuges como conducirse en la “dulce pelea” del amor de la que habló el poeta, recomendándoles plena libertad para introducir en el juego íntimo toda clase de caricias, posturas y artes hasta ahora cuestionadas por ese fundamentalismo inconsciente que hizo decir a cierto pensador célebre que hay buenos matrimonios pero que no los hay felices, o afirmar al maestro Taine que el casorio es la institución en la que “los protagonistas se estudian mutuamente tres semanas, se aman tres meses, se pelean tres años y se toleran treinta”. El padre Knotz parece convencido de que la crisis de la institución viene de lejos y se debe en buena medida a una visión espartana de la vida sexual que, aunque es más que probable que jamás fuera observada con rigor, ha contribuido lo suyo a demoler la atracción mutua entre los esposos y también, claro está, a empujarlos (sobre todo a ellos) a buscar fuera de casa lo que dentro se les prohibía. De momento no hay protestas de la jerarquía y hasta se preparan a calzón quitado nuevas ediciones y traducciones a varios idiomas con la intención de procurar al personal una tranquilidad de ánimo que se supone, puede que con cierta ingenuidad, inexistente en la actualidad. No sé qué diría el papa Wojtila si viviera, por supuesto, pero sospecho que se le habría empinado la oreja simplemente con ver ese título provocador.
Pocas falsedades tan exitosas como ésta de los rigores matrimoniales de la coyunda católica, que no en balde parte de aquella dura frase de Pablo de que “más vale casarse que abrasarse”, como si el matrimonio fuera un apagafuegos y no lo que, por debajo de las apariencias y salvo excepciones, ha sido seguramente toda la vida. Ovidio no inventó nada en su “Ars amandi” que no practicaran ya sus trasabuelos y aún , seguramente, se quedó corto, como cortos y discretos fueron los extremos de Margarita de Navarra o tantos otros difundidos por la literatura erótica, acaso la más ingenua de las literaturas. Unos años han bastado para convertir en puras “carrozas” a Miller y sus “Trópicos” y unos siglos para que las imaginaciones “ilustradas” parezcan hoy poco más que retorcimientos pacatos. Al cura polaco le echo, por mi parte, unas cuantas semanas antes de pasar del deliro del ‘best seller’ al purgatorio de las devoluciones al editor. Descubrir a estas alturas que, como se ha dicho, el sexo es el cerebro del instinto, la verdad es que no merece otra cosa.
¿Qué otra cosa puede hacer una, una vez más, sino quitarse el cráneo, ante la donosura con que este Hombre lo lee todo y nos lo convierte en leche de paloma para que lo asimilemos y disfrutemos los que no llegamos a ciertas alturas de intelectualidad?
El que haya curas que pisan estas cucañas tampoco creo yo que es del todo nuevo, pues hace ya mucho tiempo que alguien relacionado con la Santa Madre, me dijo que dentro del matrimonio, además de la procreación, satisfacer la concupiscencia lo incluía todo, repito, todo, y eso admitiría también hoy esos adminículos vibrátiles que venden ya no solo en los sexshops, sino que te lo ofrece la azafata en el pasillo del híper.
El problema lo veo más bien en el cerebro reptiliano a que tantas veces se alude, que convierte a cada hombre en macho alfa que tiene que fecundar a cada hembra que se le ponga a tiro por aquello de perpetuar la especie. O sea, aquella finura de que la jod… no tiene enmienda.
Ay, doña Scéptika, qué acertado estuvo ese l´ceirgo que le aconsejó. Hay que colver a lo establecido por el Vaticanio II sobre el tema, la igualdad entre «fin primario» y «fin secundario» del sexo matrimonial… El art. es estupendo y me parece oprotuno dadas las tonterías que vivimos. Hace falta mucha verdad en tiempos de tanta mentira.
Ay, mi don Reverendo del alma. Vuelvo a despojarme del cráneo ante su sabiduría, su comprensión y su trabajado aggiornamento. ¿Conseguirá usted que esta descarriada tan perdida y solitaria vuelva a sentirse llamada al redil, aún asumiendo el papel de oveja negra, fea y rebelde?
Curiosa aventura la del clérigo polaco, que confieso que me gustaría ver de cerca…, porque también yo me pregunto de dónde le vienen al kamasutrista esas conocimeinto siendo él célibe (supongo). La sexualidad matrimnonial es una de las asignatuiras que jamás aprobaron el papado y sus castos alcones, aunque estoy convencido, como parece estarlo el colum,nista, de que serán excepción los casos de matrimonios católicos «normales» que hayan tenido en cuenta esas recomendaciones.
Los curas saben lo que saben por el confesionario, iluestre maestro Pangloss. No debe extrañarse nunca de que un cura sepa más del marido a través de la mujer que el marido mismo. Son cosas de esta civilización y no digo más. Sobre la columna, estoy de acuerdo en general.
Un asunto divertido, sobre todo viniendo de Polonia, que calculo, como el autor, que le va a durra poco entre las manos a ese cura sexólogo. El asunto de la sexualidad en ese ámbito es tema antiguo e interesante, en el que es verdad que el papel de la Iglasias (y de tantas otras rligiones o sectas) ha sido lamentablemente absurdo. En lo del eclipse rápido de estas modas (lo de Miller viene al pelo) estoy completamente de acuerdo.
En la biblioteca de mi casa familiar había algunos libros «morales», algunos de los cuales recuerdo que trataba (lo leíamos con avidez en la adolescencia y primera juventud) de la llamada «castidad dentro del matrimonio», absurdo no poco antihumanista que tiene mucho que ver, en efecto, con la visión tradicional de ideológos como gran Apóstol ooprtunamente citado por jagm. Luego he oído hablar mucho en mi vida sobre estas cuestiones, a veces en plan «aperturista», otras veces lo contrario, pero siempre me ha parecido que el tema era en algún sentido obsceno. Una cosa es el celibato libremente aceptado y otra la actitud «anti-cuerpo» que ha mantenido durante siglos ese sadomaoquismo disfrazado mejor o peor que impregna la moral católica.
Tengamos cuidado porque estas actitudes reaccionarias no son mayores en la Iglesia católica que en otras confesiones. No sé por qu´ñe, además, hemos de considerar peor el absurdo (cierto) del pretendido control de la vida marital que la «barra libre» que al varón ofrecen otras morales religiosas. Una cosa por la ootra prefiero aquella, que al menos no se cumple…
No sé si esa posición viene de la iglesia universal y en todos los tiempos. Me explico , no tenia la impresión de que la enseñanza de la iglesia fuera tan masoquista en todas las edades y en todos los paises. Tengo la impresión que hubo corrientes según épocas y paises.
Respecto a Polonia supongo que pasa lo mismo y que hay corrientes más o menos liberales y que este señor Cura pertenece más bien a la tradición y corriente liberal.
Precisamente porque Polonia sigue siendo un país muy católico me parece interesante que un cura publique un libro que anime a los esposos a explorarse mutuamente y refocilarse juntitos.
Pienso, con don Docente, me imagino, que de muchas religiones la católica está entre las más generosas y «épanouissantes».
Besos a todos
A los recuerdos familiares invocados por Su Señoría, añado yo la camisa de la abuela de un amigo, conservada entre los secretos de su estirpe, que disponía de una «ventanita» delantera y «practicable» para facolitar el sexo reproductivo sin menoscabo de las castidades conyugales. Hoy día ese «instrumento» entraría más bien en el muestrario del sex shop…
Yo pensaba que la represión sexual era cosa de Franco hasta que leí un libro llamado «How far can you go? » (la pregunta que el adolescente de Londres le lanzaba al confesor en los años 50), «¿hasta dónde se puede llegar con una chica antes del matrimonio?». Respuesta del confesor: «hasta donde llegarías con tu propia hermana o con tu madre».
Muy interesante el punto d einflexión que representó la píldora (el método de la temperatura traía más problemas que inconvenientes) y la consiguiente vía libre al sexo recreativo: a partir de entonces nada fue igual.
Un libro muy recomendable.
valiente personaje amán de atrevido sobre todo teniendo en cuenta su procedencia