Nuestros políticos tienen por norma actuar a toro pasado. Hay un accidente o se descubre un escándalo a la competencia, pues allá que acuden como moscas al panal alzando el treno como para justificar su silencio habitual. En Málaga, por ejemplo, Antonio Romero, en nombre de IU, se encarniza tobillero con el tema del centro de inmigrantes ése que por lo visto era un desastre conocido por lo menos desde el mes de marzo pasado y en el que se han producido los nauseabundos abusos sexuales de internas por parte de policías sin escrúpulos. La pregunta es: ¿es necesario que el escándalo estalle para que los políticos se enteren, que hace habitualmente un diputado sin horario que le impida enterarse de situaciones tan graves en un territorio tan reducido? Aquí, cuando no van a rastras de los ‘medios’ marchan siguiendo el ritmo de la bullanga provocada por el lío público. Mientras tanto, bla, bla, bla, pildorazas al de enfrente, tironeos internos y poco más. Dinero fácil el que se lleva la vida pública, trabajo mínimo el que justifica.