Cielo e infierno
Entra el viajero en Weimar como quien pone un pie en el cielo y el otro en el infierno. Un cielo esmerado, de planta ilustrada, calles impecables y anchas alamedas por los que seguir las huellas latentes de tanto genio. Las de Goethe, para empezar, bibliotecario y jardinero y juez del Príncipe, sabio ilimitado, vibrando…