Todo en el mismo día. Un tribunal chileno condena por tercera vez a un nazi pedófilo, Paul Schaefer, acusado de torturas, malos tratos, violación y abusos sobre adolescentes en la célebre ‘Colonia Dignidad’ protegida por Pinochet y a la que el presidente Aylwin calificó en su día como “un Estado dentro de otro Estado”. En Charleville-Mézières, departamento de las Ardenas, se abre el llamado “proceso Fourniret”, seguido contra un matrimonio autor al menos de siete asesinatos y varios secuestros y violaciones de adolescentes, cometidos al salir el marido de prisión una vez cumplida una pena anterior por violación de menores. En una aldea conquense es detenido, al fin, el presunto raptor y asesino de la niña desaparecida en Huelva el pasado mes de enero y cuyo cadáver apareció flotando en la ría al cabo de cincuenta y cuatro días, y que ha resultado ser un vecino de la infortunada que ya había logrado burlar a la policía en su primer interrogatorio. También tiene antecedentes y también actuaba al alimón con su mujer, sin excluir de los abusos a sus propios hijos, de los que estaba alejado por una orden judicial. Seguro que si rebuscamos habríamos de encontrar unos cuantos más en medio de este inmenso basurero donde vivimos alegres y confiados, inocentes de que en un piso de la esquina o tal vez en el rellano del piso pueda acechar una fiera enloquecida a la que nadie en sus cabales puede imaginar en libertad plena con antecedentes tan deplorables. Del alcance de este drama colectivo da una idea la envergadura de las tramas pedófilas descubiertas una y otra vez en Internet por los especialistas policiales, redes internacionales –globales, de hecho– que intercambian y venden su inmundicia obtenida de los propios menores mediante el engaño, la violencia o la explotación de la necesidad, pero lo que de verdad sensibiliza a una opinión desarmada es la lenidad de la Ley, la clamorosa desproporción entre la lógica del garantismo jurídico y la enormidad de esos crímenes.
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No hay palabras. Al menos yo no las tengo. Algo tendrán que hacer estos señores tan educados y ciudadanos…
¿Qué tal la perpetua? Mientras esa jauría sepa lo poco que cuesta matar aquí, matará, cada vez más. Mientras sepa que los «clasificarán» en la prisión a base de permisos y demás maravillas, violará, secuestrará, asaltará. Cada vez más.
Lleva toda la razón, a pesar de su dureza. El abandono postdelictual de esos criminales es absurdo. En Francia, en Inglaterra, eso no ocurre: se controlan, se ocmunica su presencia a la genet o a la policía, según. Aquí, barra libre.
España es el país más barato del mundo. En la Facultad nos enseñan un derecho más preocupado por el delincuente que por la víctima. No es raro que el Gobierno o los jueces hagan lo mismo.
Repite dos veces el Anfi un término que le es frecuente: la lógica del garantismo jurídico y la enormidad de esos crímenes. ¡Garantismo! Un justo juez siempre preferirá tener a un culpable en la calle que a un inocente en el maco. De acuerdo, racionalmente de acuerdo. Pero es que la apostilla que también incluye JA, ‘… constándole a la Justicia su miserable peligrosidad…’ es hasta cierto punto inexacta. El miserable estaba para la justicia ¡en paradero desconocido! Incluso después del interragotario policial.
¿Estamos locos o qué? Ese bicho tenía que estar cumpliendo una sentencia firme entre rejas. Pero así es nuestra justicia y nuestra policía. Dos años y no sé cuántos meses, lo suficiente para enchironarlo aún en el caso de no tener antecedentes. Si no fuera por lo tristísimo del asunto, me acuerdo de aquella cancioncilla de ‘mi compadre Blanco Heredia, que no estaba muerto, lerén, que estaba tomando cañas, lerén, lerén’. El del Valle no estaba en paradero desconocido, que la poli ya le había hecho preguntitas. ¿Por qué no pasó de las preguntitas al talego, del tirón, como dicen los modernos, si ese era su sitio?
No a la pena de muerte. Pero una fiera, un bicho así tiene que estar guardado de por vida. Donde sea, me da igual que me da lo mismo que lo llamen psiquiátrico penitenciario, manicomio o albergue para trastornados con peligrosidad manifiesta. Pero que no viva en la casa de enfrente o en el tercero izquierda al acecho de una criatura de pocos años, lo más tierno, lo más inocente, lo más indefenso del mundo.
No es una solución barata. Pero si gastamos un dineral en tener a los linces con un radiotransmisor colgado o en subvencionar óperas o teatro de calle, hay que dar prioridad a lo prioritario. Eso es lo que tienen que discutir los políticos -los legisladores, no se olvide- y no en otras paparruchas que a los ciudadanos nos dejan el labio colgando.
Totalmente de acuerdo con mis tres anteriores coblogueros. No con mi don Páter, tan respetado siempre, y hoy también. Sí tiene algo que decir. En su empresa este tipo de delitos cuenta con antecedentes. Quiero decir con personas que han cometido ese mismo delito y, conociéndolo, no estoy de acuerdo con el procedimiento que se sigue con esos delincuentes.
constándole a la Justicia su miserable peligrosidad
sin comentarios.