La crisis financiera del SAS, su quiebra manifiesta, no debe pasar por la opinión como una noticia más, porque significa el fracaso de uno de los objetivos prioritarios, no ya del sistema político, sino de la propia “modernidad”. Una gestión opaca y, por lo que se ve desafortunada del servicio no ve ya otra salida que despedir en masa a los sanitarios (6.000 auguran los sindicatos) para reducir gastos, como antes se ordenó reducir a toda costa el gasto farmacéutico (primando económicamente a los médicos, ojo). La Junta proyecta, por tanto, “empeorar” el sistema sanitario para abaratarlo, lo que en poco tiempo puede transformar un servicio bueno en líneas generales, a pesar de sus fallos concretos (urgencias, listas de espera, etc.), en un mal servicio. ¿No sería más lógico relevar a los gestores fracasados poniendo en su lugar a gente con experiencia en lugar de a clientes políticos?
Eso es sentido común pero ¿qué hace con el clientelismo, antes llamado por Andalucía y otros lugares caciquismo?
Besos