No hace falta mucho cacumen para criticar el Plan Proteja, ese invento del TBO concebido para entretener el paro en plena sima de la crisis y provocar un cierto revuelo que simule actividad. Una vez más, no hay “plan” propiamente dicho, sino improvisación, conejos de la chistera y derrama de millones. Tanto que la UGT, el “sindicato hermano”, se ha visto forzada a criticar los efectos de esa intervención como ejemplo de una mala idea peor aplicada que no ha dado de sí más que un trabajo de “mala calidad”. El tiempo pone a cada uno en su sitio, en ocasiones hasta por mano de los propios compañeros de viaje.