No conozco a nadie que haya luchado más contra la infamia del narco que Pepe Chamizo. Su lucha comenzó nada más llegar de cura a San Roque a mediados de los años 80 y alcanzó su culmen poco después, cuando se enfrentó públicamente con sus denuncias a los Bancos y empresas que trajinaban blanqueando dinero y dando facilidades. Casi lo matan, o al menos eso fue lo que temimos sus amigos, antes de que lo nombraran Defensor del Pueblo los mismos políticos (PSOE, PP e IU) que –años después y hartos de coles– acabarían poniéndose de acuerdo para destituirlo. Y ahí vuelve el hombre, a cara descubierta, como siempre, proclamando en el desierto que si no se para en seco a esa garduña, nos jugamos el futuro. No le harán ni caso, porque del narco vive también la golfemia de cuello blanco.