El español castizo, el del Imperio, entendía que a sus hijos les quedaban tres alternativas: “Iglesia, Mar o Casa Real”, esto es, el refugio eclesiástico, la emigración a Indias o antigua burocracia , eso que ahora llamamos la “Función Pública”. Hoy escasean las vocaciones y ya no buscamos aventuras trasatlánticas, pero una prueba de que seguimos socialmente inmaduros es nuestra dependencia de las “administraciones públicas”. En Andalucía, ahora más que nunca, una legión de jóvenes se colapsa en la cola de acceso a la Junta porque en el ámbito empresarial privado sigue sin sitio. Dicen que algunos ya no cumple ni los 40 y eso, lamentablemente, no quiere decir otra cosa sino que –en especial, los hijos de las clases medias—siguen como hace medio milenio. Nuestra realidad laboral precisa de una reflexión urgente y definitiva.