¿Hace bien o hace mal el alcalde de la localidad sevillana de Los Corrales (PSOE) cuando reconoce de viva voz que él firma peonadas falsas “para ayudar” a quien, teniendo necesidad, carece de derecho? Ardua cuestión, dirán algunos, porque la Justicia está antes que nada y porque lo mismo que se habla de “hurto famélico” podría hablarse de “falsificación famélica”. La verdad, sin embargo, es que ninguna acción política cabe al margen de la Ley y menos aún contra ella, y que firmar peonadas falsas es, sencillamente, un delito no un mérito. Ya dijo una exministra de su cuerda que “el dinero público no es de nadie”. ¡Si lo sabría ella!
Ese alcalde, que no es el primero ni será el último, es un delincuente, por muy buenas que sean sus razones teóricas. No vamos a defender ahora la lógica ética del Tempranillo y Diego Corrientes.