Un mal asunto el banquillazo propinado en la frente a la Junta por la jueza Alaya a propósito de los presuntos (aunque grabados) comisionistas de su partido, señaladamente, por la inclusión de quien fuera en aquel momento mano derecha del consejero Viera como su delegado de Empleo. Y no sólo porque haya estallado en plena precampaña sino porque ese caso constituye, en sus indicios, una muestra supina del grado de desvergüenza a que se ha llegado en la gestión de la cosa pública. Porque lo improbable es que los empresarios denunciantes de la extorsión, que grabaron íntegras las proposiciones, se hayan inventado semejante historia en la que no tiene sentido quedarse en los escalones inferiores. Si de este juicio salen mal parados esos peones, deberían acompañarlos sin demora los alfiles, las torres y hasta la pareja real.