No sólo los sufridos padres han debido llevar este verano andaluz sus ventiladores al colegio donde el calor asfixiaba a su prole. También las familias de enfermos estabulados en el Hospital Clínico de Sevilla –nada menos—han debido arrimar su abanico en las saharianas habitaciones. No es que no se cumpliera en tantos años la promesa de Chaves de individualizar las habitaciones hospitalarias o se eternizaran las listas de espera; es que este buen sistema público sanitario tan mal gestionado por la Junta no ha sido capaz siquiera de atender a necesidades tan básicas e imperiosas como la de regular la temperatura de los centros. La sanidad andaluza funciona, sin duda, gracias a sus sanitarios y, sin duda también, a pesar de sus políticos.