El ex–presidente González no asistió antier al Consejo de Doñana al que llegó para sustituir al biólogo Ginés Morata –Premio Príncipe de Asturias– despedido a la francesa desde la Junta por haberse opuesto al oleoducto que el grupo Gallardo proyecta construir junto al Parque Nacional con graves riesgos que la propia consejería de Medio Ambiente reconoce. Quizá su condición de amigo de los promotores le aconsejó quitarse en medio como ya hizo cuando sus allegados pretendieron dar en aquellas dunas el pelotazo del siglo, pero hizo bien, en todo, porque este asunto huele mal desde hace mucho. No es la de “conseguidor” la mejor encomienda para un estadista en la reserva. Muy por encima de los que tiene alrededor, seguramente él lo han entendido, al fin, así.