Andalucía envejece y, al parecer, también se despuebla. No hay más que seguirle la pista tanto a las proyecciones del INE (ahora descabezado por Sánchez) como a las del IECA, ejemplarmente acordes a pesar de su duplicidad. Cada día viviremos más, o eso dicen, como lo prueba la legión creciente de provectos y el encogimiento de la natalidad, lo que implica una sociedad decadente en la que el paro crónico se resiste mientras se multiplica la población jubilada. Los nietos lo tienen crudo, ésa es la verdad, y los abuelos, en el mejor de los casos, se las ven y se las desean para llegar a fin de mes, con la excepción de los guiris afincados en su paraíso costero. La política debería mirar hacia delante en lugar de dormitar en este presente tenso.