Genial lo de los tres camiones de adoquines propiedad del Ayuntamiento que un ciudadano se llevó en Ayamonte. El alcalde dice que se los regaló él mismo –“un favor se la hace a cualquiera”, ha dicho—pero que el beneficiado se sirvió tomándolos de donde no debía y en cantidades industriales, amparado en el barullo del “Plan E”. Más que el huevo lo que importa aquí es el fuero, pues la actitud del alcalde prueba que posee una idea patrimonial de lo público tan acrisolada que le permite dar y regalar a un particular lo que es de todos y de nadie. No tanto por los adoquines, claro, como por la actitud que subyace en el favor, alguien debería explicarle a ese corregidor que si él es de Ayamonte, Ayamonte no es suyo.
Precioso, casi Lopesco.
Un beso a todos