La autonomía ha sido desde siempre plato de segunda mesa para el Gobierno central. La andaluza sabe de ello más que nadie, entre otras cosas, porque ya soportó dos defenestraciones de Presidentes –Escuredo y Borbolla– a manos de su propio “Gobierno amigo”. ¡Ni el color político cuenta cuando se alcanza la Moncloa! Antier mismo, la ufana ministra de Hacienda –otro gratuito invento de nuestro “régimen”– dejó desconsideradamente pudrirse al consejero andaluz en su sala de espera, y éste, encima, se dejó retratar con ella y le agradeció hasta lo que nunca le fue concedido. No es sólo la derecha emergente de Vox la que rechaza la autonomía. En este asunto, desde los ya lejanos tiempos de la LOAPA, el PSOE no le va a la zaga.