No han hallado el Gobierno y la Junta mejor recurso para burlar la sentencia del TC sobre el Guadalquivir que sacarse de la manga una eventual “encomienda de gestión” en virtud de la cual el Estado, sin renunciar a lo que le han devuelto, le cede los trastos a la autonomía para la gestión del río. Total, un remiendo de mala muerte, que ya veremos si alguien vuelve a recurrir, en lugar de reconocer que lo de la titularidad andaluza exclusiva, además de un mamarracho, no era más que un brindis al sol de todos y cada uno de los partidos andaluces, sin excepción. Aquí jugamos ya con la Ley como quien juega con los bolos. El tiempo dirá por dónde nos sale mantener esta bolera.