No los mueve otra cosa, no hay que darle vueltas: el interés electoral. Ahí está el giro completo dado por el PSOE en el Ayuntamiento de la capital a propósito de la estruendosa polémica de la reordenación de la Isla Chica, campaña del “cero viviendas” incluida, y su urgente adhesión a la propuesta de nuevo proyecto defendida por el alcalde. Media hora bastó para borrar de la memoria histórica a un Pepe Juan Díaz Trillo, ¿se acuerdan?, y para comprobar que la candidata no tiene voz o habla a través del ventrílocuo. Habrá, en fin, viviendas en la zona maldita, y hoteles, y zonas verdes, y centros para el comercio y la Biblia en pasta, y lo habrá con el consenso unánime de todos los partidos, que es lo que desde el principio debería haber ocurrido para que Huelva no perdiera unos cuantos años. Y encima, al final gana el alcalde, que es a quien se trataba de perjudicar (hasta por vía penal, no se olvide) y nadie pierde salvo quienes vean comprometida su credibilidad.
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