La crónica de la autonomía, como corresponde a la de un “régimen” con todas las de la ley, tiene su atestada galería de cabezas cercenadas. Aquí, de cuatro presidentes, dos han sido defenestrados desde Madrid, y con la expulsión del presidente de El Monte ya son tres los liquidados por “rebeldes”, por más que absurdamente se intente desdramatizar un cesa anunciado por el propio Chaves hace semanas. A Chaves le interesa mantener tensa la cuerda que ata a sus objetivos y hasta a sus caprichos, a los presidentes de las cajas de ahorro, y con este último cese acaba de darle otro tirón de advertencia a esa bien trenzada soga. Un eficaz sistema de palo y zanahoria, ceses fulminantes y eventuales compensaciones, es la base sobre la que funciona el partido que gobierna Andalucía desde hace un cuarto de siglo. De “motivos personales”, nada de nada: Escuredo, Borbolla, Beneroso, Benjumea, Caballos, Bueno Lidón y tantos otros son los “caídos” de ese “régimen” cuya democracia interna cabe un papel de fumar.
Ojito, pero ninguna de esas cabezas se merece la más mínima oración fúnebre. Hace usted lista de una serie de lacayos del poder, que usaron sus cargos como sátrapas mientras estuvo en su mano y sus cabezas rodaron porque alguna vez no inclinaron la testa lo suficiente para decir “sí, bwana”. No vayamos a confundir víctimas con exverdugos.