Tras un año de gobierno y no poca escandalera, la Junta del prometido “cambio” soporta el ataque cerril del “régimen” caído –¡escuchar a su portavoz es realmente psicodélico!— mientras exhibe trampas descubiertas o apreciables mejoras, y esconde como puede retrasos e incumplimientos. Gobernar no es cosa fácil, y menos hacerlo en un paisaje después de la batalla, pero los nuevos gestores deben comprender que si marcar un paso prudente resulta razonable, reducirlo hasta el incumplimiento puede ser electoralmente suicida. ¡Demasiadas promesas en el aire! Juanma y cía. estarán comprendiendo ahora que “no es pintar como querer”. Menos mal –para ellos— que el “régimen” se destruye solo. De otro modo, las cuentas no les saldrían tan claras como parece que le salen.